COLUMNA INVITADA

Para festejar mis 50 quiero subir al Izta

Porque cuando compartimos con los amigos, las tristezas se hacen más tolerables y las alegrías más intensas

OPINIÓN

·
Laura Elena Gerdingh / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace casi seis años pensé que no tendría más cumples por festejar.  Estaba abatida, simplemente no podía creer que mi vida terminara tan pronto. Sin embargo, he tenido de regalo más vueltas al sol. Desde que me enfermé de cáncer de ovario fase 4, los cumples han tomado otro sabor, otra importancia, otra significación.

El primer cumple después de acabar mis quimios fue súper especial. Todos estábamos felices de poder festejar ese cumpleaños. Claro que hay mucho que celebrar, saber que estoy viva y que eso me da infinitas oportunidades, que puedo llenar mis días de vida.  Mi vida de proyectos e ilusiones, e irlos cumpliendo. Pensar en que tengo la oportunidad de darle las buenas noches a mis hijas, que puedo disfrutar verlas cuando son felices y consolarlas cuando estén tristes, me hace inmensamente feliz.  Me dan ganas de festejar. 

Además, es un cumple especial, ¡cumplo 50!  Pensé y pensé cómo quería celebrar. Muy pronto lo supe.  Haciendo cumbre en el Izta.  Durante la pandemia no he entrenado como antes.  Por eso cuando he ido, me he quedado a la mitad. Me encanta la vista del glaciar y por esa vista es para mi un placer hacer cumbre. Porque la montaña me nutre el alma, me llena el corazón de alegría y paz.  Pero, además, hacer cumbre a mis 50 años, será saberme con un cuerpo sano y fuerte ¿qué mejor regalo que ese? 

Tendré que entrenar con mayor rigor y constancia, es importante que esté en forma para alcanzar mi meta. Así que me puse en contacto con mi coach y le compartí mi ilusión.  Si no sabemos cómo lograr nuestro objetivo, necesitamos ayuda de expertos.  Cada día me manda mi entrenamiento teniendo mi proyecto en mente.  Los primeros días, entrenamientos leves. Qué importante es esto. Si me hubiera mandado rutinas demasiado fuertes para mí, mi cuerpo hubiera tronado o yo hubiera desistido. Yo soy muy atascada en la vida, la paciencia no es una de mis virtudes.  A veces quiero hacer mucho de jalón y sin pensar en un plan.  Supongo que no tengo que decirte que esto muchas veces me sale fatal. Qué bueno que mi coach no es como yo. Poco a poco ha ido subiendo la intensidad de mis entrenamientos y cada semana voy viendo el avance, observo claramente cómo soy más fuerte. Es un súper coach. Aún así hay veces que siento que ya no puedo más. Que las piernas me duelen, pues ya no tienen la fuerza que requiero para trotar en las subidas. Quiero desparramarme y trotar desparramada. Entonces recuerdo lo que me instruye mi coach. Utiliza el tronco.  ¿Cuántas veces nos aferramos a usar las piernas solamente para subir?  Pero si las piernas no tienen ya la fuerza será muy difícil lograrlo. Pero si pongo erguido mi tronco y alzo la cara para abrir las vías respiratorias y que entre más oxígeno, eso me ayuda mucho.  A veces nuestro tronco son nuestros seres queridos que nos pueden apoyar, a veces son experiencias pasadas, ya sean éxitos o fracasos de los que hemos aprendido, a veces es tomarnos un tiempo para recuperar fuerzas, a veces es recordar lo trascendental de nuestro objetivo.  Si trotamos sólo con las piernas es muy probable que hasta acabemos lastimándonos. Si nos apoyamos en nuestros troncos es muy probable que lo logremos.

Les conté a mis amigos de mi plan, festejar con ellos en el  Izta.  Su cariño hará que este cumple sea aún más especial. Porque cuando compartimos con los amigos, las tristezas se hacen más tolerables y las alegrías más intensas. Así que próximamente iremos al Nevado de Toluca como parte del entrenamiento para mi festejo.  Ya te contaré cómo nos va.

POR LAURA ELENA GERDINGH

PSICOTERAPEUTA

@LGERDING

PAL