COLUMNA INVITADA

Revocación de mandato. ¿Y la ciudadanía qué?

Hay que ir a votar. Porque ese, es un derecho constitucional que más allá de Andrés Manuel López Obrador y sus egocéntricos caprichos

OPINIÓN

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Martha Gutiérrez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hay que ir a votar. Porque ese, es un derecho constitucional que más allá de Andrés Manuel López Obrador y sus egocéntricos caprichos, representa una evolución en la democracia mexicana a través de la incorporación de mecanismos de democracia directa. Por eso, el que algunos intelectuales y la inexistente oposición convoquen al no ejercicio de un mecanismo que ratifica la necesidad de incorporar más y mejor a los ciudadanos, solo habla de la propia limitación y falta de entendimiento del lugar que ocupan o deberían ocupar en el país.

Hemos insistido en la profunda crisis que viven los partidos políticos, y el parteaguas que ha generado la posición y participación de la clase media en el país, a través de la forma de comportarse en las elecciones del 2018 y las intermedias del 2021, principalmente en la capital del país. Uno de esos empujes tan fuertes se vivieron en el año 2014, en el que se incorporó la medida de revocación de mandato a la Constitución y posteriormente la emisión de leyes federales.

En la cúspide del Pacto por México una de las que en su momento se consideró como una reforma de avanzada, fue precisamente la posibilidad que se le dio al ciudadano de confirmar el retito de la confianza al gobernante mediante la vía democrática. En ese entonces no existió partido político que no hubiera aplaudido la medida, y en el registro de la memoria legislativa quedan las voces y los debates al respecto. Fui diputada federal en ese momento y viví en carne propia, cómo la izquierda, el centro y la derecha vitoreaban, aplaudían y se felicitaban unos a otros.

Por eso es incomprensible que hoy, a 8 años de aquel suceso los mismos partidos que la presentaron de manera conjunta, y que la promovieron como el México del progreso y primer mundo, ahora se hayan arrepentido de lo que hicieron en su momento y se manifiesten absolutamente en contra de la disposición que ellos mismos votaron y aprobaron. Fuimos insistentes en trasladarle mayor responsabilidad y peso a la participación ciudadana, precisamente por el descrédito y desconfianza que los ciudadanos ya expresaban ante distintos hechos que venían sucediendo en nuestro país. Se apostó por más ciudadanía, mayor educación cívica, más información y debate, y por más participación para poder justamente erradicar abusos y excesos.

Entonces, ¿dónde quedaron todos esos principios? Pareciera que el clásico dicho de que la moral consiste en un árbol de moras, y no en principios que guían nuestras conductas es la mejor forma de describir a los que se sienten los virreyes de la intelectualidad, quienes además fueron los que en mayor medida cobraban al gobierno mexicano por asesorías en distintas materias y vías de manera formal e informal, para que se pusieran de moda justo estos instrumentos, y hoy tratarnos como si no tuviéramos memoria.

El mecanismo es válido, vigente, oportuno y sobre todo permanente. Debe ser una de las formas al alcance de los ciudadanos más allá de los partidos políticos o de los gobernantes.

Todo aquel que lo rechace confirma de manera contumaz, que únicamente les gusta “su” democracia, no la de los demás. Revisemos dos veces cerca de quién estamos. Analicemos bien, quién defiende sus propios intereses y quien verdaderamente defiende los de la sociedad.

En el 2014, Usted querido lector, ¿De qué lado de la historia estaba?

Es pregunta.

POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ

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