COLUMNA INVITADA

Tauromaquia

El presidente de la Comisión, Jesús Sema, del partido Verde Ecologista de México (PVEM), dio a conocer este acuerdo, después de una reunión con el titular de la Asociación Mexicana de Tauromaquia

OPINIÓN

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Eduardo Macías Garrido / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

En la cámara de diputados de la Ciudad de México, la Comisión de Bienestar Animal aprobó un dictamen que prohíbe las corridas de toros en la capital.

Sin embargo, días después en esa misma Comisión, se detuvo su avance para analizar la pérdida de empleos que pudiera generar la decisión, así como el impacto a la economía de las familias que viven alrededor de la tauromaquia.

El presidente de la Comisión, Jesús Sema, del partido Verde Ecologista de México (PVEM), dio a conocer este acuerdo, después de una reunión con el titular de la Asociación Mexicana de Tauromaquia.

Tras esta determinación, será hasta febrero de 2022 cuando se vuelva a tocar el tema en el congreso de la CDMX. La iniciativa tiene por objeto prohibir la celebración de espectáculos en los que se maltrate, torture o prive de la vida a toros, novillos o becerros.

Habrá que explicarle al diputado Sesma que es una corrida de toros y sus elementos básicos, y exigirle como capitalino un mínimo de congruencia. ¿Ya se le olvidó cuando en 2014, siendo coordinador del PVEM en la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal, enfrentó un escándalo por la difusión de fotografías en las que su esposa posa con animales salvajes disecados? Peor aún, en ese momento impulsaba la ley para prohibir el uso de animales en los circos.

La tauromaquia se basa en el instinto del toro, en cuya naturaleza se hereda el impulso de embestir, de ese precioso animal noble y bravío que desaparecería si se prohíben las corridas de toros. Lo cual sería tan lamentable como si se extinguieran de la faz de la tierra el gran león africano, la ballena o el delfín.

El toro de lidia no está hecho para el rastro, como el caballo pura sangre no es para tirar del arado. Este animal majestuoso que es criado durante cinco años como un príncipe, está hecho para perdurar la fiesta de toros, no para morir en un rastro.

No se trata de justificar que en los rastros exista crueldad o que los que pretenden prohibir las corridas de toros sean veganos, es destacar que, al desaparecer las corridas de toros, se extinguiría el toro de lidia. En la tauromaquia hay arte, confluyen de manera natural la música, poesía y donde un personaje llamado torero, crea su obra en presencia de un animal creado para envestir.

La muerte siempre está presente, toro y torero se funden en uno solo y ofrecen su vida para crear una fiesta llamada tauromaquia. No puede morir la fiesta de toros, porque moriría también el toro. Hay que amar y entender este bello arte para llegar al clímax de su cometido.

El problema detrás del debate sobre la fiesta de toros es la ignorancia, para algunos será arte para otros un espectáculo brutal. El toreo consiste en reducir la fiereza del toro hasta su sometimiento, de ahí quien se emocione con unas manoletinas, unas verónicas, unos naturales.

Para disfrutar del toreo no bastan los ojos, a quienes no tienen una alta sensibilidad se les escapa su esencia y solo ven en él los movimientos exteriores, sin adivinar la conexión que tiene que existir entre toro y torero.

El maestro Pepe Alameda, abogado, escritor y cronista taurino, cuyo nombre real era Carlos Fernández y López Valdemoro, quien nació en Madrid en 1912, y llegó a México después de la guerra Civil Española en 1939, decía: “el toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega”.

POR EDUARDO MACÍAS GARRIDO
COLABORADOR
@EDUARDO84888581

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