ARTICULISTA

El jardín de Monet en Giverny

El 14 de noviembre de 1840 nació en París, Oscar Claude Monet, quien es considerado como el exponente más representativo del movimiento impresionista

OPINIÓN

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Bernardo Noval / Articulista / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Con el mismo ímpetu con el cual Monet realizaba sus pinturas, de la misma forma se dedicó a la jardinería; leyendo publicaciones hortícolas y manteniendo una estrecha relación de amistad con varios biólogos y botánicos que conoció en la Exposición Universal de París. Asimismo, a lo largo de su vida combinó su amor por la naturaleza y el arte, especialmente a través de la creación de jardines en todos los lugares donde vivió.

En 1883, Monet y su familia se trasladaron a una antigua granja en Giverny, Normandía, un pueblo que no alcanzaba los trescientos habitantes. Aquí el pintor pasó la segunda mitad de su vida y su éxito como artista le permitió comprar una finca en la que edificó una casa y tiempo después, obtuvo los terrenos colindantes al inmueble donde pudo diseñar y crear su pequeño paraíso: el jardín de Giverny.

Fue en este lugar donde vivió por espacio de cuarenta y tres años, y aquí disfrutó finalmente del reconocimiento de la crítica y el éxito comercial por la venta de sus obras. Pero también este lugar significó algo más para el artista durante las últimas tres décadas de su vida.

Monet no sólo creó un espectacular jardín que convirtió en un lugar propicio para contemplar la naturaleza y un placer para la vista, también estableció un espacio que se volvió la principal fuente de inspiración para su arte. En este lugar, el pintor pasó la mayoría de sus días hasta su muerte. Tanto fue el cariño que le tenía a este jardín que delegó el mantenimiento del mismo a un único jardinero, además de escribir instrucciones detalladas sobre el estricto mantenimiento sobre cómo podar los arbustos, cuándo y dónde plantar semillas, e inclusive él mismo se encargaba de inspeccionar el jardín diariamente.

El jardín de Giverny se inspiró en Japón -en aquel entonces considerado el lejano y exótico país de Oriente- pues además de crear estanques que Monet llenó de nenúfares o lirios acuáticos, entre estos espacios, el artista mandó construir un puente arqueado, además de plantar peonías y bambús alrededor de las curvas de los estanques con la intención de evocar la sensación de un jardín japonés, pues el artista admiraba mucho las pinturas y grabados japoneses, especialmente los paisajes de Hokusai y Hiroshige.

El jardín que Monet creó en Giverny fue también una obra de arte viva, pues tal y como él lo describió: “es mi más hermosa obra maestra. Trabajo en mi jardín todo el tiempo con amor. Lo que más necesito son flores. Siempre. Mi corazón está siempre en Giverny, tal vez porque debo a las flores el haberme convertido en pintor”.

A Monet le gustaba especialmente dibujar y pintar sus propios jardines. Una y otra vez mostró en sus obras como los caminos, la luz, el clima, la estación y la hora del día, cambian visualmente en ellos. Al observar directamente la naturaleza, capturó los efectos momentáneos de luz y atmósfera sobre el lienzo.

Sin embargo, gracias a este jardín Monet mostró una nueva forma de ver el mundo, de modelar la naturaleza como reflejo de nuestros pensamientos y sensaciones, de ser el lugar de encuentro con uno mismo. Así, este espacio fue más allá de luz, el color y de reflejos en el agua, pues significó una faceta más íntima y personal del artista.

POR BERNARDO NOVAL
CEO MUST WANTED GROUP
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