Conmemorar en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, instaurado así por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el año 2000, nos remonta necesariamente al hecho violento que le dio origen: el homicidio de las hermanas Miraval, tres activistas políticas originarias de República Dominicana, que fueron cruelmente asesinadas en 1960 por órdenes de quien gobernaba el país en ese entonces, lo cual nos hace reflexionar sobre la urgencia de concientizar y dimensionar la magnitud del reto de garantizar a las mujeres una vida libre de violencia.
Por ello, a la declaratoria de la Organización de las Naciones Unidas, se suman acciones tendientes a coadyuvar en la búsqueda de alcanzar una sociedad libre de violencia hacia ellas, pues, de acuerdo con cifras del Inegi, tomadas de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2021 (ENVIPE), a partir de 2016 y hasta 2018 se registra un incremento en el porcentaje total de la población con percepción de inseguridad en los contextos en que residen, llegando a un máximo de 79.4 por ciento en 2018. Posterior a esta fecha, se observa un descenso hasta 2021 que registró una cifra de 75.6 por ciento, lo que nos obliga a realizar esfuerzos conjuntos para mitigar ese flagelo, pues representa un reto político, social y cultural que involucra a todos.
Es importante enfatizar en los efectos que conlleva la violencia de género; pues menoscabar de forma física y psicológica a una mujer, a cualquier edad, pero principalmente siendo una infante, impacta de forma drástica a la sociedad. El desarrollo de una niña violentada en sus primeros años cambia por completo su desenvolvimiento, requiere de un impulso adicional para superar lo vivido y que ello no deje una huella permanente en sí misma y en su entorno, considerando en éste, a su posible descendencia, lo que puede convertirse en una limitación social que afecte el desarrollo de toda una nación.
Para contrarrestar este fenómeno sociocultural que nos afecta y que tristemente se ha “normalizado”, se requiere de la voluntad conjunta de toda la sociedad, sin hacer distingos de clases sociales, políticas y culturales, es necesario funcionar en unidad y en un solo sentido, con un rumbo al cambio a favor de la sociedad y del bienestar común.
Sin embargo, todos estos esfuerzos no serán suficientes, si desde la cuna no generamos conciencia de la importancia de garantizar una vida libre de violencia hacia la mujer. Para alcanzar una sociedad mejor en el futuro y alejada de la violencia de género, la educación, inclusión y respeto son esenciales para que las mujeres se desenvuelvan en un ambiente de equidad, igualdad y seguridad.
Por ello, se hace necesario trabajar de manera constante, diariamente desde nuestras trincheras y no sólo en la fecha conmemorativa, para alcanzar este objetivo, la violencia hacia la mujer no debe ser tolerada bajo ninguna de sus formas, pues con estas acciones garantizaremos para ellas la libertad, el desarrollo y la seguridad, es decir, sus derechos humanos.
POR JESÚS VALENCIA
TITULAR DEL CENTRO ESTATAL DE DESARROLLO MUNICIPAL DE SONORA
@VALENCIA_GUZMAN
MAAZ