COLUMNA INVITADA

¿Cómo yo terminé escribiendo en El Heraldo? (2)

Lo que el cáncer me dejó fue recuperar mi autoestima, confiar en mi fortaleza…. en realidad, creer en mí

OPINIÓN

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Laura Elena Gerdingh/Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Como te conté, mis lectoras me animaron a escribir un libro. Así lo hice. Contacté a un editor y le hablé de mi proyecto. Le encantó la idea y pusimos manos a la obra. Los lunes por la noche me daba retroalimentación sobre cada capítulo que le hacía llegar. Sus comentarios eran muy positivos. Pero entonces, cada capítulo nuevo que mandaba sufría muchísimo. ¿Le gustaría este nuevo capítulo a mi editor?  ¿Pensaría que estaba a la altura de los demás? 

Capítulo por capítulo la versión final de mi libro fue tomando la forma que se ajustaba a los mensajes que la vida me enseñaba y que yo deseaba compartir. Sentí satisfacción, orgullo y entusiasmo, acompañados de una nostalgia melancólica el día que mandé el último. Pero al recibirlo, mi editor me escribió: “Si quieres dejarlo así, está bien. Es un gran libro, pero siento que falta un capítulo más” Me apresuré a contestarle que se equivocaba. Que ese era el último capítulo en el que había volcado mi corazón, quedando plasmada mi historia. 

Sin embargo, a los cuantos minutos supe que mi editor tenía razón. Faltaba uno imprescindible, debía ser valiente y relatar la mayor lección que el paso del cáncer dejó en mi vida.


Mi nostálgico espíritu se sentó frente a la computadora a escribir el capítulo que más osadía requeriría. Este demandó más valor que el que narra cómo me sentí cuando pensé que moriría, más que el que escribí para reseñar la muerte de mi papá, más que en el que relato que la tarea más dura de mi vida fue decirle a mis hijas que tenía cáncer. Lo que el cáncer me dejó fue recuperar mi autoestima, confiar en mi fortaleza…. en realidad, creer en mi y saberme merecedora de buscar mi felicidad y separarme. Fue un acierto haber escrito ese último capítulo. Espero que ayude a muchos a decidir hacer los cambios necesarios en sus vidas.

Llegó el momento de pensar en un gran título. Mi relato exigía un nombre que transmitiera la fuerza del lenguaje, tantas vivencias y emociones convertidas en frase. Después de jugar con varias opciones, el título apareció de entre las palabras que estaban ya escritas en mi historia. Cáncer… escogiste a la cabrona equivocada. Y uno de los que pensé que podrían ser el título pasó inmediatamente a ocupar el lugar de subtítulo. Me querías matar y me llenaste de vida. Estaba feliz, el título me encantaba. La reacción de mi familia no fue tan entusiasta. 

Me dijeron que no podía poner groserías en mi título, que sería condenado y rechazado por muchos. Aunque me desanimé un poco, no me desmoralicé del todo. Les contesté: “Es mi libro, puedo ponerle como se me dé la gana y ese es, y ninguno otro”. El título ha sido un éxito. Les ha encantado a todos, bueno a casi todos. Ahora tenía que imaginar una portada que me convenciera. Fui a librerías a revisar algunas. Pronto descubrí cómo la quería. Una foto mía, muy casual, como soy yo, en la que luciría sin zapatos. El día del fotoshoot me sentí feliz de que mi libro me siguiera dando aventuras, momentos felices. Pero no imaginaba cuántas hazañas por delante quedaban aún, como terminar escribiendo un artículo en El Heraldo de México, espero que me puedas acompañar el 22 de enero para que siga contándote cómo es que alguien como yo que nunca había escrito nada, terminó escribiendo artículos para este importante periódico.

 

POR LAURA ELENA GERDINGH

PSICOTERAPEUTA

@LGERDINGH