Luego de más de cinco años de lucha, este jueves 21 de marzo Esmeralda Millán, víctima de violencia ácida, avanza en el acceso a la justicia. Y es que Fidel, su expareja y agresor, ha sido condenado a 42 años de cárcel por su responsabilidad en el ataque que cometió en el año 2018.
Cabe mencionar que con esta condena, se llega apenas a la segunda sentencia por violencia ácida no sólo en México, sino en toda América Latina. En este sentido, Esmeralda ha hecho un llamado a las víctimas a que no se queden calladas y luchen por tener acceso a sus derechos.
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Fue a las afueras de la Casa de Justicia de San Andrés Cholula, ubicada a 30 minutos de la capital poblana, donde Esmeralda Millán, por fin recibió justicia tras la agresión que sufrió hace casi seis años.
Con un cubrebocas negro y gafas oscuras que cubren el daño de su rostro, la víctima dijo que esta sentencia en contra de su expareja sentimental, le permite volver a nacer para demostrar que en Puebla se puede hacer justicia.
“Hablen, griten, no se queden calladas con lo que pasa, van a recibir muchas criticas pero la justicia llega, aunque esta haya sido un poco tarde. No se queden calladas”.
En Puebla, la violencia ácida ya es un delito
La sentencia en el caso de Esmeralda, ocurrió después de que el Congreso del Estado de Puebla, avaló en mayo de 2023, reformas al Código Penal y Ley para el Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia que fueron bautizadas como la “Ley Ácida”.
En esas reformas, se estableció como tentativa de feminicidio, los ataques con cualquier sustancia corrosiva, que dependiendo del grado de lesión, pueden alcanzar una pena mínima de 40 años de prisión.
La violencia ácida no se registra, pero sí deja huellas
@ApartadoMex.
De acuerdo con la Fundación Carmen Sánchez, los ataques con ácido o cualquier otra sustancia corrosiva hacia las mujeres son uno de los tipos de violencia de género más extrema que existen. En este sentido, únicamente se encuentran por debajo del feminicidio.
Pese a que estas agresiones dejan huellas de por vida —físicas, psicológicas, emocionales, etc. — hasta el momento no existe un registro oficial de las víctimas. Por el contrario, han sido organizaciones como la Fundación Carmen Sánchez las que se han dedicado a crearlas y que reportan al menos 28 víctimas a lo largo de las últimas dos décadas.