Es muy conocido el amor de las mamás por sus hijos, el cual en muchas ocasiones queda de manifiesto, una de ellas es la fuerza que aquellas mujeres a quienes les arrebatan a los seres que les dieron la vida, sacan en medio de su dolor para buscarlos. Tal es el caso de Ceci Patricia Flores Armenta, quien se convirtió en madre buscadora ante la necesidad de encontrar a tres de sus descendientes.
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Su calvario comenzó en octubre de 2015, cuando su hijo Alejandro Guadalupe desapareció en Los Mochis, Sinaloa, de inmediato comenzó su búsqueda, pero se tomó con un problema que miles de mexicanos enfrentan en este tipo de situaciones: la inoperancia de las autoridades, por lo que comenzó a emprender acciones por su cuenta.
Casi cuatro años después de aquella tragedia, otra más llegó hasta su casa, cuando un grupo de hombres armados irrumpió y se llevó a otros dos de sus hijos, Marco Antonio y Jesús Adrián -quien en ese momento era menor de edad- desde ese preciso momento ella comenzó su incansable búsqueda.
“Salí corriendo atrás de ellos, gritando para que no se los llevaran”, contó a El Heraldo Digital.
Ofreció una recompensa, pero no tuvo respuesta, las autoridades tampoco respondieron, ella salió a las calles, buscó a sus hijos, recorrió caminos sinuosos, con sus propias manos escarbó la tierra tratando de encontrar algún indicio, aunque no encontró rastros de ellos, sí halló a otras mujeres que viven la misma situación que ella, se le unieron y juntas comenzaron a buscar.
Así surgió un movimiento tan fuerte, cimentado en el amor, el dolor, la empatía y la unidad: Las madres buscadoras de Sonora. Ella no tenía idea de que en el estado en el que vive hubiera tal cantidad de personas desaparecidas (actualmente asciende a aproximadamente 7,000).
Redes de solidaridad
“Al principio lo hacíamos por pura intuición, salíamos a buscar al monte donde veíamos tierra removida”, narró Ceci Flores.
En estos cuatro años no solo se sumaron madres u otros familiares de personas víctimas de desaparición forzada, también la sociedad civil que colabora informando dónde puede haber cuerpos, además de las personas cuando están vivas en alguna situación difícil.
La sociedad civil también colabora con recursos, aunque no se dan abasto, los desaparecidos suman decenas de miles de casos, las manos no siempre son suficientes y las herramientas tampoco. Aunque el gobernador Alfonso Durazo se ha mostrado accesible y ha facilitado las búsquedas, dando camionetas, herramientas y recursos. Esta situación es muy diferente en Sinaloa, donde las búsquedas están muy restringidas y es difícil hacerlas.
Algo que no ha cambiado es la manera en que ellas buscan, lo siguen haciendo con sus propias manos, las cuales son una extensión del amor hacia sus hijos, son la herramienta de trabajo y de la esperanza de por fin saber de sus seres queridos.
“No queremos venganza ni justicia, solo saber dónde están nuestros hijos”
La cabeza de Ceci Flores tiene precio, diariamente recibe amenazas a su número personal, por ello está bajo el mecanismo de protección a activistas, pero este únicamente está activo en Sonora, por lo que al salir del estado se siente vulnerable.
En ocasiones han encontrado algunos lugares donde hay fosas clandestinas, las cuales les dicen que son operadas por el crimen organizado, pero ellas logran entrar pidiendo que les dejen buscar a sus hijos, pues no quieren justicia ni venganza, solo encontrarlos.
Las madres buscadoras
Para Ceci Flores las madres buscadoras son más que su familia, son quienes le ayudarán a levantarse cuando caiga. Reveló que muchos de sus familiares se alejaron cuando sus hijos desaparecieron, por ello las mujeres que la acompañan son más que aquellos con quien la sangre la une.
“Son más que una familia, pues esa nos ha dado la espalda”, exclamó.
Considera que su labor ayuda a visibilizar la situación que se vive en el país, por ello resultan una amenaza. Siente un gran orgullo al ser inspiración para quienes han perdido a un ser querido por las desapariciones forzadas, pues antes no había colectivos de búsqueda.
“A donde vamos dejamos nuevos colectivos”, contó a El Heraldo Digital.
Desea que los reconocimientos que ha recibido -entre ellos el nombramiento de Forbes como una de las 100 mujeres mexicanas más influyentes- sirvan para que las autoridades volteen a verlos de verdad y se hagan bien su trabajo, que es buscar a los desaparecidos.
Las madres buscadoras han encontrado a más de 2,000 personas sin vida, les dieron nombre y un lugar digno para descansar. También han localizado a alrededor de 2,300 personas vivas que estaban en calidad de desaparecidas, algunas en indigencia, otras privadas de la libertad, todas se reunieron con sus familias.
Su labor es la que la mantiene de pie, pues para ella la vida se fue con sus hijos, todos los días son iguales, no festeja nada, pues “no hay nada que celebrar”.
“Que el amor por sus hijos sea más grande que el miedo”
Ante El Heraldo Digital, Ceci Flores mandó dos mensajes fuertes, uno a las autoridades, a quienes les pide hagan su trabajo, pues ellos eligieron estar allí, pero ella “no escogió ser una madre buscadora”, la vida la puso en ese lugar.
A las madres de personas desaparecidas les pidió recordar el amor por sus hijos, que este sea más grande que el miedo a ser amenazadas, que salgan a buscarlos, no dejarlos ahí, pues solo con su esfuerzo volverán a casa, ya que las comisiones estatales de búsqueda solo apoyan a las familias que realizan búsqueda.
“Es una cobardía de una madre abandonar a sus hijos en esos momentos”, senteció.
Agradeció a los medios de comunicación por difundir su labor, pues considera que sin ellos no sería posible continuar, ya que mediante los distintos foros la sociedad se ha enterado de lo que ocurre en el país, aunque sabe que no todas las personas son empáticas con la causa, por lo que pide “ponerse en sus zapatos”.
DMGS
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