El uso constante de estrógeno y progestágeno para las terapias hormonales de cambio de sexo pueden ser el agravante para que aquellas personas que toman el tratamiento, para aumentar sus rasgos femeninos, sean portadores de cáncer de mamá.
Dicho problema se agrava debido a que, en las clínicas, los efectos de este tipo de procedimientos se dejan como algo secundario y no se advierte de las consecuencias a largo plazo, lo que evita que las mujeres trans tomen en cuenta las consecuencias de usar por más de 20 años las terapias hormonales.
“Se sabe que por el tipo de hormonas y por el tiempo de uso se convierten en sujetos con una alta probabilidad de padecer cáncer invasivo, pero no se plantea el riesgo porque la prioridad es el cambio de género”, indicó la médico radiólogo María Gregorio.
La Secretaría de Salud advierte que este tipo de tratamiento para los síntomas menopáusicos es un factor de riesgo; no obstante, de acuerdo con el ginecólogo José Manuel Huerta, ambas técnicas usan hormonas similares y repercuten, a largo plazo, en el organismo, lo que se agrava por la discriminación hacia las personas transgénero.
Un informe de la Organización de Estados Americanos indica que desde 2015 se ha reconocido la identidad de género de cuatro mil 703 personas en México, la mayoría en la CDMX, seguida de Michoacán, Colima, Nayarit, Tabasco, Hidalgo, Oaxaca, Tlaxcala y Coahuila.
Sin embargo, organismos como el Centro de Atención Transgénero Integral señalan que la falta de seguro médico, por la exclusión en los empleos, contribuye a casos graves.
“Puede ser un factor más cuando no se da una atención específica o se denigra a los y las transexuales por su condición, por eso hay que checarse”, dijo Mara Rojo, presidenta de la asociación Ser Libre en Nayarit, quien detalló que nadie está exento del cáncer de mama.
MAAZ