COLUMNA INVITADA

Sobre el resentimiento

Estas expresiones discriminatorias son parte de una narrativa que busca intimidar opiniones para preservar el status quo y de manera no tan sutil, justificar, propagar y sostener una sociedad racista, clasista y  desigual

OPINIÓN

·
Roberto Morris / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Es muy oído en el discurso público que se describan como resentidas a personas que busquen denunciar y visibilizar prácticas clasistas y racistas; también es común que esta palabra se use para insultar a personas que muestren sus simpatías por una política social y económica redistributiva. Estas expresiones discriminatorias son parte de una narrativa que busca intimidar opiniones para preservar el status quo y de manera no tan sutil, justificar, propagar y sostener una sociedad racista, clasista y  desigual. 

El uso del término es una estrategia política para desviar la atención de problemas sistémicos del capitalismo como la pobreza, la desigualdad y la discriminación; es una forma de gaslighting y violencia psicológica que busca que víctimas cuestionen sus circunstancias y adopten la óptica del explotador. Al etiquetar a las personas como resentidas, se intenta culpar al discriminado por querer un cambio, en lugar de reconocer las fallas estructurales e injusticias sociales que contribuyen a la pobreza. 

Parte importante de este discurso se dedica a promover la idea de la meritocracia y a deshumanizar y estereotipar a las personas pobres, retratándolas como envidiosas, perezosas y merecedoras de sus circunstancias. Esto a través de presentar la pobreza como un fracaso personal en lugar de una consecuencia de factores sociales más amplios. 

Además, al etiquetar a las personas pobres como "resentidas" se busca socavar los esfuerzos para abordar las disparidades económicas y abogar por la justicia social.  Esta retórica sirve para dividir a las comunidades a lo largo de líneas raciales y socioeconómicas, perpetuando estereotipos dañinos y manteniendo dinámicas de 

poder que benefician a los privilegiados mientras marginan aún más a los desfavorecidos. 

En México se puede observar este fenómeno claramente con las críticas a los  programas sociales. A pesar de que las diferentes ayudas que el gobierno en turno ha logrado materializar para ayudar a un gran segmento de la población, históricamente rezagado, los críticos a estas políticas suelen calificar a los beneficiarios del programa como “huevones”, “mantenidos” o “parásitos”. 

Sin embargo, no se dan cuenta, y se ha documentado inclusive por el mismo CONEVAL, que estas políticas han ayudado a disminuir la pobreza como no se había logrado en los últimos sexenios. Los ataques a los programas sociales están cimentados en pensamientos clasistas, racistas y elitistas, que no ayudan a otra cosa que polarizar la ya tan desigual sociedad mexicana. La gente pobre no es resentida, pero la pobreza que experimentan si resiente y vulnera sus condiciones de vida diarias.

Es importante desafiar y confrontar estas narrativas que buscan vilipendiar y estigmatizar a las personas pobres, reconociendo que la pobreza es un problema complejo influenciado por desigualdades sistémicas e injusticias históricas que deben abordarse a través de empatía, comprensión y acción colectiva. Paradójicamente, los que acusan al presidente de polarizar a la sociedad no se dan cuenta que, con sus acciones y pensamientos, son ellos mismos los que fomentan esta cultura del abandono y desprecio por las clases sociales más desfavorecidas. 

A pesar de este malestar social y su derrota estripitosa en las urnas el pasado dos de junio, las élites mexicanas se niegan a hacer una reflexión seria sobre el rol que han jugado en el actual estado del país; al contrario, se muestran enfadadas con las quejas de aquellos que buscan una vida digna. La oposición les dice resentidos; yo los veo empoderados. 

Ante la lluvia de insultos y estigmas racistas y clasistas lanzandos por la oposición aficionada de Atypical TV les dejo una cita de Kimberly Jones, manifestante del movimiento Black Lives Matter: “…tienen la suerte de que queremos justicia y no venganza".

POR ROBERTO MORRIS

PAL