MENTE MUJER

Las mujeres de la danza, desafíos y conquistas

Paradójicamente, añade la también productora y videoartista mexicana, los discursos estéticos en la escena tienden a perpetuar los roles de género.

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Analaura López

La danza en México, dice la investigadora Hayde Lachino, es una disciplina en la que participan fundamentalmente mujeres. No sólo eso, según la Encuesta Nacional sobre Hábitos y Consumo Cultural  (2020) de Cultura UNAM el arte del movimiento es más consumida por mujeres y ellas son también las que más ingresan a las escuelas para formarse como intérpretes y coreógrafas. En las bailarinas, coreógrafas, difusoras, productoras, investigadoras, están los cimientos de esta actividad artística con menos consumidores a nivel nacional.   

Paradójicamente, añade la también productora y videoartista mexicana, los discursos estéticos en la escena tienden a perpetuar los roles de género. “Hay una insistencia en abordar historias que tienen que ver con las relaciones de pareja, con el amor, en donde siempre la mujer es mostrada como responsable de las rupturas, mientras que en los discursos corporales a las bailarinas se les coloca con mínimos vestidos hipersexualizándolas, y, finalmente, en el lenguaje del movimiento es a ellas a quienes se les azota contra el piso en una obra”, sostiene Lachino, quien también es crítica de danza y de manera regular imparte pláticas y clases sobre teoría de la danza tanto en México como en otros países.

(Créditos: Diego Vallejo)

Sin embargo, en los años recientes, a partir de fenómenos mundiales como el #Metoo, de los “tendederos” en los patios escolares con denuncias de acoso y otras agresiones contra algunos profesores y alumnos, y la creciente concienciación social frente a la violencia de género permean, cada vez más, en la escena gracias al trabajo de las creadoras y ejecutantes.

Pero el camino aún es largo y es que históricamente las mujeres de la danza han sido invisibilizadas en la creación artística. Al respecto, Lachino sostiene: “En el caso de las mujeres mexicanas hay una doble invisibilización en la historia de la danza mundial porque a pesar de que hay obras de creadoras como Guillermina Bravo o de Adriana Castaño, cuyas obras están a la altura de las grandes creaciones del mundo no son consideradas por su condición de mujeres y de latinoamericanas”.

Más allá de lo creativo, el tema laboral es otro de los aspectos en donde ellas también enfrentan desafíos socioeconómicos, pues existe una idea generalizada de que los artistas, todos, trabajan “por amor al arte”.

(Créditos: Cortesía INBAL)

“Hay que hablar de la autoexplotación, es decir, se aceptan condiciones de trabajo que implican largas jornadas, con salarios precarios, esto sumado a la renuncia del Estado a proteger este tipo de trabajo da por un resultado una realidad muy compleja. De modo que me parece que habría que legislar esta problemática porque las mujeres artistas en general, pero sobre todo las mujeres de la danza tienen sus especificidades y tendría que haber políticas públicas y culturales para ellas. Por ejemplo, pueden acceder a un seguro médico, pero con un pago que simplemente no pueden hacer; además, la danza no genera lucro y requiere el apoyo estatal porque es un ámbito de muchísima experimentación y lo que resulta de eso no siempre es capitalizable”.

La educación dancística es otro ámbito que tampoco escapa de problemáticas de urgente atención. “En la UNAM hicimos un estudio que nos arrojó que el promedio de ingresos de una familia con un estudiante de danza contemporánea es de 10 mil pesos mensuales, de tal suerte que son familias que habitan las periferias y esto hace que los estudiantes tengan que trasladarse de 90 a 180 minutos para ir a sus escuelas y al llegar se enfrentan a discursos de que no ven danza, que tienen sobrepeso y no ofrecen el rendimiento esperado. De modo que hay que hacer un diagnóstico mayor para encontrar soluciones en más de un sentido”, lamentó.

A esto se suma la gran cantidad de historias conocidas y desconocidas de acoso sexual que padecen las estudiantes en todas las escuelas. “No hay condiciones para la denuncia, pero, además, las estudiantes llegan a sus casas a continuar con labores domésticas y de cuidado que el patriarcado condiciona a las mujeres”.

El panorama, si bien es desafiante y requiere un diagnóstico mayor, también se precisa reconocer que la danza es un cúmulo de saberes que podrían aplicarse a múltiples campos de la vida y que son necesarios para el desarrollo del país.

¿Tendríamos que celebrar el 29 de abril?, se le pregunta.  “Por supuesto, hay grandes adversidades, pero hay que reconocer que hemos aprendido a generar espacios de resistencia, las nuevas generaciones de alumnos y maestros están dándole la vuelta a las cosas y es muy estimulante verlo. Las mujeres de la danza hemos estado en los momentos clave del país y creo que ser mujer es súper emocionante porque hoy el movimiento es más disruptivo y se están proponiendo cosas importantes, cambiando historias en el país.

  • A lo largo de la historia, los estudios de consumo cultural han mostrado que la danza es una de las ofertas más exigentes para el público de México en cuanto a capital cultural.
  • Las mujeres son más consumidoras de danza que los hombres y las edades predominantes son de 15 a 19 años, aunque también lo son las de más de 50 años.
  • El ballet o la danza moderna, al igual que la otra práctica de baile, es más común entre mujeres jóvenes de educación media, de ingresos bajos y residentes en la Ciudad de México.
  • La danza fue la única actividad cultural cuyo interés se mostró influido por el sexo, ya que fueron las mujeres quienes la mencionaron, tanto de manera presencial, como en línea.

PAL