ARTES

En busca de las raíces familiares

La escritora Silvia Molina entrega "El tío Rafael o La huida del peregrino", novela donde recupera la vida de un humanista llegado de España

EDICIÓN IMPRESA

·
Créditos: Cortesía

“La última vez que vi al tío Rafael fue a mediados de septiembre de 1961. Tenía 73 años y yo cumpliría 15 en octubre”, escribe Silvia Molina (Ciudad de México, 1946). El recuerdo proviene de su último libro: “El tío Rafael o La huida del peregrino” (Bonilla Artigas, 2024), volumen con el que vuelve a la exploración de su vida personal desde la ficción, y que al mismo tiempo recupera la biografía de uno de esos españoles que llegaron a México en la primera mitad del siglo XX.

“La recuperación de este personaje me pareció interesante, no sólo desde el punto de vista personal, de una relación familiar, sino porque en realidad también es un personaje histórico y me reveló todo lo que había pasado en España antes de que vinieran los refugiados en el 39 a México, porque él formó parte de este grupo de intelectuales”, dice la escritora en entrevista.

Molina se refiere a Rafael Sánchez de Ocaña, español que llegó a México el 6 de enero de 1931 (ocho años antes que el grueso de los exiliados españoles) y que se convirtió en su tío después de casarse con una hermana de su madre. No es la primera vez que la autora voltea a su propia vida para ficcionar, antes lo hizo con “Imagen de Héctor”, en donde se adentra en la vida de su padre Héctor Pérez Martínez, al que nunca conoció y quien también se ligó al grupo de exiliados españoles ayudándolos y protegiéndolos.

Abogado, doctorado en filosofía en Alemania, Sánchez de Ocaña se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en el Ateneo de Madrid, fue alumno de Henri Bergson y se movió entre la Generación del 14 al lado de Ortega y Gasset antes de que iniciará la Guerra Civil Española; después, como diplomático, recorrió diversos países hasta llegar a México, donde fue amigo de Alfonso Reyes, y destacó como periodista, humanista e intelectual.

“Ya había pasado la Generación del 98, estaban formándose los de la Generación del 27, eran jóvenes, y Rafael perteneció a la del 14, que fue una generación que se disgregó por la Gran Guerra y por supuesto después por la Guerra Civil porque la mayor parte salió de España. Él no llega a México exactamente en el 39, llegó antes, pero aquí se reencuentra con todos esos amigos suyos que vinieron en el 39 y que no dejó de frecuentar y de ver, y tanto así que él, sin haber sido un exiliado directo del 39, gozó de todos los privilegios de los exiliados”, cuenta.

Molina no se esconde en la historia, ahí están algunos recuerdos, muchas remembranzas en busca de la biografía de su tío. Indagar en sus orígenes, dice, cubre dos necesidades: la de investigar y la de ir descubriendo sus raíces. “Yo perdí a mi padre muy niña y el tío Rafael era una especie de abuelo, era un nombre mayor, en aquella época la gente envejecía mucho más pronto, que me acogió con mucho cariño, que me enseñó cosas que no se me han olvidado en la vida: me enseñó muchos poemas de la Generación del 27, los romances, me leía el periódico, las tiras cómicas porque yo no sabía leer, era muy chiquita y me formó, me dio las bases para una curiosidad literaria”.

Pero además de ir tras sus orígenes, la también ensayista y editora hace una especie de homenaje: su libro se convierte en una descripción de los años que vive el tío Rafael, pero también en un retrato de una generación de hombres que anteponía el humanismo. “Vinieron muchísimos hombres con la Guerra Civil española e inmediatamente se mezclaron con lo que estaba sucediendo en México, se mimetizaron, vinieron los mejores científicos que tenía España en ese momento, los mejores médicos, de niña todos mis médicos eran españoles, fue extraordinario. En los 85 años del exilio (que se conmemoran este año) debemos celebrar que llegó ese grupo de personas a nutrirnos, a vivir con nosotros la cultura del conocimiento”, dice. 

  • -Además de narradora, Silvia Molina se ha desempeñado como ensayista y editora
  • -Fue becaria del Centro Mexicnao de Escritores y del Fideicomiso para la Cultura México-USA
  • -En 1977 recibió el Premio Villaurrutia por "La mañana debe seguir gris"

PAL