CÚPULA

La casa de las historias

El inmueble ubicado en Fuego 144 en el Pedregal, donde Gabo vivió más de cuatro décadas, está en vías de convertirse en centro cultural

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Fotos: Antonio Nava

Fuego 144. Ese domicilio del Pedregal de San Ángel habría de convertirse en legendario. Ahí sonó el teléfono esa mañana, cuando desde Estocolmo le anunciaron a Gabriel García Márquez que había ganado el Nobel de Literatura. Ahí vivió Gabo casi cuatro décadas en plenitud, al lado de su esposa Mercedes y con la visita regular de sus hijos y sus nietos, de los amigos de toda la vida. Pero ahí, sobre todo, surgieron las historias que habrían de encumbrar al escritor después de Cien años de soledad (1967).

“Nosotros entrábamos por la cocina, ahí veíamos a Mercedes, la saludábamos y nos mandaba a saludarlo a él, pero siempre había una consigna de ‘por favor, no lo vayan a asustar’ porque estaba tan metido y tan concentrado en su escritura que había que tener cierto cuidado”, recuerda la actriz Emilia García Elizondo, nieta de los Gabos, quien desde hace tres años trabaja en convertir la casona en un centro cultural. 

Emilia y sus dos hermanos atravesaban corriendo el jardín para llegar con su abuelo: “Esperábamos en la puerta del estudio un poquito más calmados hasta que se daba cuenta de que estábamos ahí, hablábamos un ratito con él, nos preguntaba cómo estábamos y todo eso, y luego nos íbamos, hasta que a la hora de la comida Mercedes lo llamaba y ya venía a comer; era increíble, Gabo era una persona muy amorosa”. 

Los García Barcha llegaron a la calle Fuego alrededor de 1975; de acuerdo con el biógrafo del escritor, Gerald Martin, la familia se reunió ahí por primera vez en el verano de ese año: “García Márquez y Mercedes habían encontrado una casa enclavada en el sur de la ciudad, en la calle Fuego, en la zona del Pedregal de San Ángel. Esta modesta vivienda sigue siendo su principal residencia más de 30 años después”, apunta.

Y aún ahora lo sigue siendo. En esa casa falleció Gabo en abril de 2014 y Mercedes en 2020. Ahí, con seguridad, el escritor fraguó Nos vemos en agosto (Planeta, 2024), la novela que aparece diez años después de la partida del autor. Pero lo sigue siendo, más aún, porque nada ha cambiado: cada mueble, tapete, fotografía, cuadro o decoración sigue conservando el lugar que le asignaron los Gabos, incluso el jardín.

“Todo está exactamente como ellos lo dejaron, se han hecho quizás algunos arreglos de pintar una pared aquí que ya llevaba mucho tiempo sin pintarse, pero en realidad todo lo que se ve es exactamente como lo dejaron ellos; el jardín es exactamente como lo dejó Mercedes, son sus plantas, no hay nada nuevo y no se ha quitado nada”, cuenta Emilia.

ABIERTOS A OTRAS INSTITUCIONES

Cuando los nietos de Gabo llegaban a su casa para saludarlo él ya llevaba varias horas en el estudio. Todos los días se despertaba muy temprano, desayunaba y se metía a su oficina, de donde no salía hasta la hora de la comida. “Es muy importante esta casa, aquí vivimos muchas cosas increíbles, conocimos a mucha gente, a todos los amigos de Gabo; a ellos (los abuelos) los vimos extremadamente felices aquí, después de que comíamos en las tardes, hacíamos diferentes cosas con ellos”. 

“Lo recuerdo como una persona extremadamente amorosa, amigable, nos platicaba mucho, nos contaba muchas cosas, nos involucraba, tengo muchas imágenes de mi hermano Mateo, que es más grande, conviviendo con él; siempre fue muy cariñoso, estaba muy pendiente de si nos pasaba algo”, rememora Emilia. Ahí también llegaban a veces sus primas, hijas de su tío Rodrigo, el hijo mayor del escritor.

Como todo en la vida de Gabo su casa giraba en torno a la literatura y en torno a ella, asegura su nieta, la familia ha decidido que la casa de Fuego vaya encontrando su perfil como espacio cultural. Hace tres años se presentó el espacio con una venta en beneficio de algunos objetos personales del matrimonio, pero “este año va a ser un poco como el comienzo, no prometo que será rápido y que mañana ya estaremos en todo porque debemos respetar lo que fueron los Gabos, nunca hemos querido apresurarnos, hacer algo que Gabo y Mercedes dirían ‘no, eso no es lo que somos nosotros’”.

Desde enero, la ahora denominada Casa de la Literatura Gabriel García Márquez puede conocerse con una visita privada, previamente reservada a través de la cuenta de Instagram @casagabrielgarciamarquez. “Tienes acceso a la parte de abajo y lo más importante es que tienes acceso a la biblioteca y al estudio en donde escribió todo, después de Cien años de soledad. Hay un costo porque es lo que nos ayuda a mantenerla”.

Ya como centro cultural en el que se realizarán presentaciones de libros, charlas o se impartirán talleres, Emilia no descarta aliarse con otras instituciones. “A nosotros sí nos gustaría que se involucraran, pero ha sido un poco complicado porque hay procesos burocráticos para ser de cierta manera públicos y que otros se puedan involucrar. Para nosotros sería importante que otra gente pueda colaborar porque sostenerlo en privado no es lo ideal y tampoco es sostenible, nos gustaría que hubiera otras instituciones que se interesaran, pienso en la UNAM, en esos lugares que hacen cosas increíbles y que creo que sería muy fácil colaborar con ellos”.

Por Luis Carlos Sánchez.

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