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Un año y medio crucial para la arquitectura mexicana del siglo XX: Juan O’Gorman y la formación de sus ideas

El artista y miembros de su generación, durante la fase reconstructiva de la Revolución, deseaban impulsar sus ideas ante un contexto lacerante

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Juan O’Gorman y su casa cueva. Apuntes para una reconstrucción, Museo Nacional de Arquitectura, INBAL. (Foto: Cortesía Javier Senosiain Arquitecto)

En marzo de 1932, en la revista Tolteca apareció una breve nota sobre un joven arquitecto de 27 años, quien aún no se recibía. Se trataba de O’Gorman y los editores titularon con su mismo nombre aquel artículo y entrevista. Él ahí hizo a Federico Sánchez Fogarty declaraciones que tenían que ver con su manera de entender su oficio, por entonces, de forma más que heterodoxa y provocadora. En ese momento, él mismo había terminado hacía dos años de construir una casa manifiesto para autopromocionarse en San Ángel, aunque también, según declaró, la había levantado para su padre, Cecil Crawford O’Gorman, y en gran parte ese era el motivo para publicar dicho reportaje, escucharlo y difundir sus ideas. Pero, las casas taller de Diego Rivera y Frida Kahlo se hallaban adelantadas; las fotos de Guillermo Kahlo, que se conocen a la víspera de terminarse, son de julio del mismo año. Esas ideas congeniaban con los fines, también, propagandísticos de un “nuevo” material, el concreto, que tenía aquella publicación como meta, y que era presumido de modo ostensible en las tres obras mencionadas. Esta nota es de sobra conocida por los estudiosos de O’Gorman.

MAQUETA DE LA CASA-CUEVA, ARQUITECTO JAVIER SENOSIAIN. Juan O’Gorman y su casa cueva. Apuntes para una reconstrucción, Museo Nacional de Arquitectura, INBAL. Foto cortesía: Javier Senosiain Arquitectos

El 9 de junio de 1933, un poco más de un año después de aparecida la entrevista, O’Gorman dictó una conferencia singular, El arte “artístico” y el arte útil, en la ENAP. Ahí donde se formaron hasta entonces los artistas del país en la más apacible tradición académica, él llegó blandiendo un discurso vociferante e iconoclasta en el que criticaba las posturas “románticas” de los creadores que entendían su trabajo como producto de una inspiración superior. Es, por otro lado, fundamental tener en cuenta que a mediados del año 1933 se hallaba inmerso en la febril actividad constructiva de 24 escuelas nuevas y en la reparación de 31 más. Esta conferencia permaneció olvidada hasta que la di a conocer en junio de 2005. Celebrábamos entonces su centenario con una gran exposición y, cuando era director de Arquitectura del INBA, publiqué en un facsímil esa disertación.

En junio de 2020 di a conocer en La Jornada Semanal otro texto, inédito hasta entonces, que O’Gorman escribió, latiéndole su corazón al compás de aquellas ideas. Se titula: “Diversas formas de la obra de arte”. No lo fechó por desgracia, pero debió redactarlo entre El arte “artístico” y el arte útil y su tan famosa conferencia dictada en las Pláticas sobre arquitectura de octubre de 1933, pues en este texto empieza a esbozar el asunto de las “necesidades” materiales enfrentadas a otras superfluas, a las que no nombra así, pero las sugiere ironizando (hagamos “microscopios barrocos”) y, de paso, da un indicio para asociar a este O’Gorman con quien pronunció su conferencia mencionada antes. Encontré este último artículo en el Archivo Carlos Pellicer. El arquitecto lo envió al poeta tabasqueño sin ninguna indicación. Violé su derecho a permanecer olvidado, pues estoy seguro de que ambos coincidieron en que se trataba de un borrador que necesitaba trabajarse, ya que algunos pasajes son poco claros, o sus metáforas desafortunadas; ahí habla del “arte mariposa”, por ejemplo, mismo que no logra explicar del todo. Sin embargo, arroja luz para que, con las partes del rompecabezas con que se cuenta, se intente entender el proceso de gestación de las ideas de un arquitecto y artista tan importante para la historia mexicana.

En octubre del mismo 1933, O’Gorman, en su conferencia dictada a invitación de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, e incluida en las legendarias Pláticas sobre arquitectura, extendió sus anteriores conceptos hablando ya claramente de las “necesidades espirituales” y las “necesidades materiales”. Esta charla es más que conocida y citada, por lo menos desde que Ida Rodríguez Prampolini la volviera a poner en circulación, en el libro La palabra de Juan O’Gorman, aparecido bajo el sello de la UNAM en 1983.

O’Gorman y algunos miembros de su generación, con quienes compartía esas posturas radicales, durante la fase reconstructiva de la Revolución, aspiraron a hacerse escuchar y deseaban impulsar sus ideas ante un contexto lacerante que urgía modificar. Su cronología y obras son de sobra conocidas. En cambio, no lo es tanto el nacimiento y estructuración de sus nociones sobre la arquitectura y el arte durante aquellos mismos años, al compás del arranque de su ejercicio como proyectista y constructor. A partir de los cuatro documentos enlistados, entre marzo de 1932 y octubre de 1933, he llevado a cabo el seguimiento y ordenación para entender la formación de esas ideas, conceptos y teorías, enmarcando su pensamiento dentro de una tendencia que buscó lo mismo y de la cual él pareciera haber sido uno de sus líderes.

Juan O’Gorman y su casa cueva. Apuntes para una reconstrucción, Museo Nacional de Arquitectura, INBAL. Foto cortesía: Fundación Espacio Nancarrow O’Gorman

Las décadas transcurrieron y el país y sus hombres se transformaron, al igual que ocurrió con aquel muchacho provocador. Creo que, en la entrevista de 1932, él balbuceaba aún algunas nociones en ciernes, mismas que Sánchez Fogarty lo ayudó como partero a ponerles palabras y a acotarlas en un campo. Muy distinto es el folleto El arte “artístico” y el arte útil, donde O’Gorman empezó a nadar solo y se excedió en las consignas, pero amplió su espectro de intereses. Frente al texto anterior y a su conferencia de 1933, “Diversas formas de la obra de arte” es, en cambio, una bisagra que ofrece la posibilidad de mirar la continuidad y reafirmación de su radicalismo. Por último, en la conocida conferencia dictada en las Pláticas sobre arquitectura, sus ideas maduran y logra exponerlas con claridad llegando a síntesis claras. El camino de sus excesos lo llevó a descubrirlos, a matizar sus posturas, e incluso a abrazar algo de lo que detestó.

Por Xavier Guzmán Urbiola

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