CÚPULA

El agotamiento de la utopía

Desde Vasconcelos y Torres Bodet, opina el autor , la depedencia ha carecido de un timón a la altura

CULTURA

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MIRADA. Paulina Lavista “Carlos Fuentes en la SEP frente a murales”, ca. 2004. Cortesía: Paulina Lavista.Créditos: Cortesía

Cien años de ires y venires en la educación pública demuelen todo optimismo. El talento de algunos de sus titulares ha terminado por diluirse en el caos, pareciera que deliberado, por traicionar primero y destruir después una idea de nación plural en sus convicciones, diversa en sus orígenes, culta en la preservación de lo propio y la suma de los aportes foráneos, responsable de un tiempo caleidoscópico a según lo vibren las fuentes de nuestra identidad: las originarias de las constelaciones indígenas, el Mediterráneo en su versión hispánica, la negritud con sus contrastes, los núcleos europeos y asiáticos, los tránsitos sudamericanos y caribeños, y todavía más sociedades, latitudes y civilizaciones nutrientes…

No se debe banalizar el pasado, salvo a riesgo de asumir un narcisismo estéril. Justo Sierra Méndez (1848-1912), “maestro de América”, antecede la creación de la dependencia, pues fue secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes (1905-1911), de tal suerte que eso evita ponderar sus logros, apunto y califico de enormes, por cierto. Subrayó, además, que la “dictadura social” o el “cesarismo espontáneo” como él calificó al régimen porfirista, evitó la anarquía y confiaba en que: “Es la educación la que genera mejores condiciones de justicia; educar evita la necesidad de castigar”. Por encima de la contradicción entre conservadores y liberales reabrió y refundó la Universidad entonces como Nacional de México, haciendo de ella un instrumento promotor del conocimiento crítico, orientado a la resolución de los problemas nacionales.

Enorme legado que tendría en mente quien fuera propiamente el primer secretario de Educación Pública (1921-1924), nombrado por Álvaro Obregón en los albores de la Revolución hecha gobierno: José Vasconcelos (1882-1959). Antes, fue designado por Adolfo de la Huerta, fugaz y trascendente rector de la Universidad Nacional de México (1920-1921), autónoma hasta 1929. Año en que al ser derrotado (a la buena o a la mala) en las elecciones presidenciales por Pascual Ortiz Rubio emprenderá un viaje sin retorno a los rumbos inciertos del catolicismo militante y el conservadurismo a ultranza, al grado de convertirse en simpatizante del nazismo en su calidad de director de la revista Timón (1940, 17 números, semanario de 48 páginas) financiada por Arthur Dietrich, encargado de prensa de la embajada alemana.

“Monumento aislado” en la afortunada expresión de Octavio Paz, incapaz de soportar la frustración de la derrota. Personaje que valoraba más su obra escrita, filosófica (La raza cósmica, Indología) y literaria (Ulises criollo, La tormenta, El desastre, El proconsulado), que su labor institucional: modelo laico, gratuito y obligatorio; creación de escuelas rurales, primarias, técnicas, agrícolas; combate al analfabetismo; impulso de la educación indígena; intensa labor editorial y establecimiento de bibliotecas; modernización del currículo universitario; impulso de las bellas artes en la formación escolar, las oficinas gubernamentales y la oferta cultural. Tenía razón: “No hay educación sin un conocimiento general del mundo”. La raza cósmica o raza de bronce fusionará a todas las realidades étnicas, superándolas en su nacionalismo reductor en beneficio de una civilización original que llamó Universópolis. Quienes lo sucedieron en la SEP carecieron de su lucidez para diseñar políticas y estrategias y de su pragmatismo para materializar programas e iniciativas. De imaginación desbordante y compromiso sin límites, utilizó los medios de comunicación para formar ciudadanos: instauró Radio Educación (1924: CYE, Cultura y Educación), recurrió a la cinematografía, y formó una red de Misiones Culturales para atender a las pequeñas poblaciones. Enamorado del talento de los demás, fue capaz de rodearse y convocar a lo mejor de varias generaciones de creadores e intelectuales, profesionales, científicos y humanistas: Antonieta Rivas Mercado, Gabriela Mistral, Eulalia Guzmán, Manuel Gómez Morin, Adolfo Best Maugard, Carlos Pellicer, Rafael Ramírez, Alberto Vásquez del Mercado y Miguel Palacios Macedo. Promotor tenaz y benefactor de artistas, pedagogo incansable a través de la pintura mural, las letras, la arquitectura, la danza y la música. Miembro del Ateneo de la Juventud y uno de los fundadores de El Colegio Nacional (1943).

Frente a este “monstruo”, solo el poeta Jaime Torres Bodet (1902-1974), miembro del archipiélago de soledades que fuera Contemporáneo, está a la altura. Fue secretario particular del oaxaqueño durante su rectoría universitaria, después lo acompañaría en la SEP al frente de las bibliotecas. A partir de 1929 se enroló en el servicio diplomático; de 1940 a 1943 fue subsecretario de Relaciones Exteriores; y secretario de Educación Pública en el segundo trienio de la administración de Manuel Ávila Camacho (1943-1946), impulsando decididamente la campaña de alfabetización, la construcción de escuelas rurales, normales y el propio conservatorio de música, con el establecimiento del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (Capfce) en 1944, a cargo de José Luis Cuevas y con la participación de Pedro Ramírez Vázquez, Luis Rivadeneira, Alonso Mariscal, Félix Sánchez, Enrique del Moral, Enrique Yáñez y José Villagrán García. Terminada esta su primera encomienda sería nombrado canciller (1946-1948), después sería electo director general de Unesco (1948-1952) y embajador en París (1954-1958).

Vuelve a ocupar la jefatura de la SEP de 1958 a 1964, durante el sexenio de Adolfo López Mateos, reformando la educación primaria; además de fundar la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), promover los grandes museos nacionales (Antropología, Arte Moderno, Arte Virreinal, Ciudad de México, entre otros). También dio auge al programa nacional de construcción de escuelas, con resultados impresionantes: más de 22 mil de enseñanza primaria con la innovación del aula-casa rural prefabricada; un par de millares más en zonas urbanas y para educación media superior, incluyendo laboratorios y talleres, más 30 centros de capacitación para el trabajo industrial; además de la entrega solidaria de planteles a distintas naciones del mundo por causa de emergencias y desastres naturales. Fortaleció al IPN con la creación del Cinvestav en 1961. Jaime Torres Bodet impulsó los métodos activos porque fomentan “la inteligencia, la imaginación y el admirable poder creativo” de los alumnos. “Libertad y verdad son nuestros propósitos. Libertad para proseguir en la búsqueda incesante de la verdad. Y verdad en la afirmación de las responsabilidades sociales, morales e intelectuales que impone la libertad”.

Para nuestra desgracia, José Vasconcelos y Jaime Torres Bodet han carecido de dignos sucesores en la Secretaría de Educación Pública.

Por Luis Ignacio Sáinz

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