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Cocina mexicana: El sazón de los amores

Las particularidades y carcaterísticas que nos une en la gastronomía mexicana

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Toda casa mexicana tiene un distinto sazón, una particularidad en la cocina. Unas casas acostumbran el ajo religiosamente, ingrediente de dos filos que tanto apesta, pero que tanto sabor brinda. Otras adoptan al epazote como hierba madre, aunque sea sólo la zona central de la República la que tiene esa rara costumbre. Las casas más valientes sazonan todo con alguna especie de chile, y tal parece que mientras más se llore por picor, mejor sabor tiene la comida. Sea que los platillos se compartan en una mesa o en un asado, hay algo que une a toda la cocina mexicana: el amor a la comida

Dicen que la manera de enamorar a alguien es a través de la comida. A través de un platillo tan complejo, que la pasión de su salsa incendia el alma, y la tortilla de maíz que acompaña abraza al espíritu con sólo saborear su suavidad. Así es como Tita de la Garza terminó por conquistar a Pedro Muzquiz, los enamorados eternos de la novela de Laura Esquivel Como agua para chocolate, situada en tiempos de la Revolución mexicana. 

La diversidad culinaria
Créditos: Pexels

Tita, al ser la última de tres hijas de su recién enviudada madre, fue condenada a cuidar de ella hasta que esta muriese.  Fue criada en la cocina por Nacha, de quien heredó el talento de la cocina hasta el último detalle. Cuando Tita conoce a Pedro, el amor entre ellos era casi tan inevitable y hermoso como lo era peligroso, una flama tan intensa capaz de quemar bosques enteros. Flama que enciende los cerillos de ambos de un solo golpe, flama que ilustra la teoría de los cerillos.

Esta plantea que todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, pero necesitamos del aliento de un ser amado y una vela o pasión que nos permita encender a los mismos. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía al alma. De lo contrario, la caja de cerillos se humedece, y resulta imposible encender un fósforo. El alma huye así de nuestro cuerpo, sin saber que es dependiente de este.  

A uno se le conquista or el estómago
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El amor de Tita a Pedro produjo un resplandor tan fuerte, que el alma pasó a desintegrarse del cuerpo, con tal de reencontrar el camino de sus pasiones. Pero, ¿debe el amor ser siempre así de flameante? Y, ¿qué pasa cuando la caja de cerillos está tan humeda, que ni la comida es capaz de hacer que la flama reaparezca? 

El sazón de la familia se transforma en el toque distintivo de cada hogar, un reflejo de los sabores únicos que cada individuo aporta a la vida. Así como las casas mexicanas tienen su propia receta secreta, también lo hacen los corazones enamorados. Al igual que un platillo bien sazonado, el amor puede ser dulce, salado o amargo.

La representación de la vida culinaria mexicana
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En el caso de Tita y Pedro, su amor ardiente era como una olla hirviente de chocolate, una mezcla de emociones intensas que encendía los sentidos. Sin embargo, el desafío no estaba solo en encender la llama, sino en mantenerla viva a lo largo del tiempo. Al igual que un guiso que requiere cuidado y paciencia, el amor necesita ser alimentado con gestos diarios, palabras tiernas y compromiso continuo. Un poco de azúcar para quitar lo amargo, vainilla para mitigar lo empalagoso, y sal, que balancea los ingredientes de un amor así de frondoso. 

Por: Arantza Montijo Medellín

Derecho y Relaciones Internacionales
Instituto Tecnológico Autónomo de México

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