Situado estratégicamente en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, en el número 16 del Eje Central Lázaro Cárdenas, y a pocos pasos de la emblemática Torre Latinoamericana, el Teatro Blanquita ha sido testigo de innumerables momentos trascendentales desde su apertura en 1960 hasta su cierre en 2015. Tras casi una década de silencio y oscuridad, el anuncio reciente de su declaración como patrimonio cultural de la nación ha avivado la esperanza de su pronta reapertura, marcando así un hito en la preservación de la riqueza histórica y cultural de la metrópoli.
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Teatro Blanquita es declarado patrimonio cultural de la nación
Los orígenes del Teatro Blanquita se remontan a 1949, cuando la bailarina, escritora y empresaria Margo Su junto a su esposo Félix Cervantes inauguraron el Teatro Margo, que durante nueve años fue epicentro de la escena artística, catapultando a figuras como María Victoria y el compositor Dámaso Pérez Prado, y siendo inaugurado por el legendario Jorge Negrete.
Sin embargo, en 1958, el Teatro Margo fue derribado para dar paso a la construcción del Blanquita, bautizado en honor a una de las hijas del matrimonio, o según algunas fuentes, a la prima hermana de Cervantes. En su inauguración en 1960, con Libertad Lamarque y Ninón Sevilla como madrinas, el Blanquita se erigió como un referente cultural indiscutible, acogiendo con fervor a luminarias como Mario Moreno Cantinflas, Germán Valdés "Tin Tan", Lucha Villa y la Sonora Santanera, quienes cautivaron al público con su arte inigualable.
Durante sus años dorados, el Blanquita no solo brilló por su oferta artística, sino también por ser punto de encuentro de la intelectualidad capitalina, donde figuras como Vicente Rojo, José Luis Cuevas, Francisco Toledo, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes convergían en un espacio donde la cultura y el pensamiento se entrelazaban.
Teatro Blanquita se encuentra en planes de ser remodelado
Con el transcurrir de los años, el Teatro Blanquita experimentó una evolución que reflejó los cambios culturales y urbanos de la Ciudad de México y tras un periodo de declive, en 1999, el teatro encontró una nueva vida al ser otorgado en concesión a la reconocida empresa OCESA, recuperando su esplendor como un destacado escenario para eventos musicales y espectáculos de diversas índoles. Sin embargo, esta revitalización fue efímera, ya que en 2015 el teatro cesó sus operaciones de manera definitiva.
A pesar de los desafíos, el Teatro Blanquita encontró un rayo de esperanza en 2016, cuando obtuvo la distinción como patrimonio cultural urbano de la Ciudad de México, esta declaración no solo impidió su demolición, sino que también garantizó su dedicación exclusiva a las artes escénicas. A pesar de ello, desde entonces ha permanecido en silencio, esperando ser testigo una vez más del bullicio y la creatividad que lo caracterizaban en su época dorada.
Recientemente, se ha divulgado la noticia de que el Blanquita ha sido elevado al estatus de patrimonio cultural nacional, un reconocimiento que podría cambiar radicalmente su destino. Aunque las autoridades aún no han confirmado oficialmente esta información, se vislumbra la posibilidad de que el teatro se convierta en un pilar fundamental de un ambicioso proyecto de renovación urbana y cultural en el corazón del Centro Histórico. Este proyecto, que podría integrar otros edificios emblemáticos de la zona, promete revitalizar el espíritu cultural de la ciudad y devolver al Teatro Blanquita su lugar de honor en la escena artística nacional.