Courtney Ball, una mujer de 28 años residente en Hawai, se volvió viral, aunque no por las razones que le hubieran gustado. Y es que compartió un video en el que mostraba su rostro de cerca, revelando una textura natural de piel con arrugas, pecas y manchas solares. Este acto, lejos de ser visto por sus seguidores como una muestra de realidad, fue como abrir la caja de pandora, pues los más jóvenes aseguraron que eso hacía que se viera “mal”.
El video de Courtney generó una oleada de comentarios, muchos de los cuales la tildaban de "vieja" y "demacrada", destacando su apariencia como inusual para alguien de su edad. Los más grandes cuestionaron esto y acusaron a la Generación Z de haber crecido en un ambiente donde los retoques estéticos reales o digitales desde jóvenes son comunes, lo que según expertos podría alterar su percepción sobre el envejecimiento.
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La influencer defiende el curso natural del envejecimiento
Courtney, sin embargo, destacó que a pesar de los daños causados por el sol, ella ha optado por no someterse a tratamientos como botox o rellenos. Aseguró que su rostro refleja una vida vivida con naturalidad, incluyendo las líneas de expresión formadas por sonrisas y experiencias. Mientras algunos comentarios eran críticos, otros mostraban apoyo y empatía, identificándose con la experiencia de Courtney.
Diane Barth, una reconocida psicoterapeuta y psicoanalista en Nueva York y egresada de la Universidad de Columbia, destaca que las preocupaciones sobre envejecer van más allá de los aspectos tangibles como la pérdida de independencia o capacidades físicas. Residen en las actitudes y estereotipos negativos sobre la edad, omnipresentes en la cultura actual. Estos estereotipos y prejuicios, reforzados por la publicidad y los medios, crean una imagen distorsionada de lo que realmente significa envejecer.
Por su parte, Becca R. Levy, profesora de Yale y autora de "Rompiendo el Código de la Edad", argumenta que estos miedos no solo se basan en preocupaciones internas, sino que también son alimentados por un estigma social. Levy señala que la industria anti-envejecimiento, entre otros sectores, juega un papel importante en perpetuar estos miedos, obteniendo ganancias significativas al hacerlo.
¿Cómo vencer el miedo al envejecimiento?
Investigaciones realizadas en el Centro de Investigación sobre el Envejecimiento de Yale sugieren una solución poderosa: cambiar nuestra mentalidad sobre el envejecimiento. Los estudios dirigidos por investigadores como la doctora Levy muestran que recibir mensajes positivos sobre el envejecimiento puede tener un impacto sustancial tanto en la salud física como en la autoimagen de las personas mayores.
La clave parece residir en una búsqueda activa y consciente de información y perspectivas que celebren el envejecimiento, en lugar de temerlo. Se trata de un esfuerzo deliberado para reprogramar nuestras actitudes y creencias, desafiando los estereotipos negativos y adoptando una visión más positiva y realista del proceso de envejecimiento.