En Sprague, Washington, el mercado inmobiliario ha tenido un movimiento inusual: se puso a la venta un búnker, una reliquia de la Guerra Fría. Este inmueble, con un pasado vinculado a la protección de armas nucleares estadounidenses, se ofrece por 1.24 millones de dólares. Tras el desmantelamiento de sus funciones militares en 1990, este búnker se ha reinventado. Ahora, se presenta como una singular residencia familiar.
A primera vista, mantiene la estética de un refugio subterráneo: un diseño discreto con fachada metálica. Sin embargo, su interior revela una transformación sorprendente. El acceso se realiza a través de un garaje multifuncional, que conduce a un elevador como si en una película de espías se tratase, abriendo paso a un espacio habitable lleno de comodidades modernas.
Te puede interesar:
En 2024 habrá un terrible terremoto, asegura presunto viajero del tiempo
¿Preocupa la venta de búnkeres en Estados Unidos?
La planta baja alberga una cocina espaciosa, sala de estar con todas las comodidades y una sala de juegos, uniendo lo práctico con el entretenimiento. Cada rincón ha sido meticulosamente diseñado para ofrecer confort y funcionalidad, según documentó el diario estadounidense The New York Post.
Este búnker es solo un ejemplo de una tendencia creciente en Estados Unidos: la demanda de refugios del Juicio Final. Figuras destacadas como Mark Zuckerberg y Peter Thiel han comenzado a invertir en búnkeres. Zuckerberg está desarrollando un complejo de seguridad en Hawai, mientras que Thiel busca la aprobación para un proyecto similar en Nueva Zelanda. En redes sociales muchos usuarios sostienen que “saben algo” y que se “avecina lo peor”.
¿Podría ser el fin del mundo?
En el 2024, diversas teorías y predicciones sugieren la posibilidad de un "fin del mundo". Una de las hipótesis más discutidas es el impacto medioambiental extremo, derivado del cambio climático acelerado. Esta teoría sostiene que el incremento en la frecuencia e intensidad de fenómenos naturales extremos (como huracanes, incendios forestales y olas de calor) podría llevar a un colapso ecológico y social.
Otra teoría se centra en la tensión geopolítica y la proliferación nuclear. Con el aumento de las tensiones entre las grandes potencias y la expansión de armamento nuclear, el riesgo de un conflicto a gran escala que pueda desencadenar una guerra nuclear es una preocupación creciente. Tal evento no solo implicaría devastación inmediata, sino también consecuencias a largo plazo como el "invierno nuclear", donde la ceniza y el polvo en la atmósfera podrían bloquear la luz solar, alterando drásticamente el clima y las cadenas alimenticias.