Decenas de películas hay en todas las plataformas digitales que hablan de música, de rock n roll principalmente. Desde documentales, hasta biopics que muestran lo difícil que es convertirse en uno de los más grandes artistas del momento, soportar el sufrimiento, las adicciones y los golpes de la vida para convertirse en una auténtica leyenda del género.
Pero son pocas las que se centran en temas como los problemas de la adolescencia, y en cómo es que los jóvenes comienzan a enamorarse de la música que les dará una identidad, probablemente para toda la vida, al grado de armar bandas, hacer amigos o hasta volver aquello un trabajo. Músicos, compositores, cantantes, hasta ingenieros de audio, periodistas, entre otras.
Ahí es donde entra Sing Street, estrenada en mayo de 2016, y ambientada en la década de los 80. Actualmente tiene un porcentaje de 95% y una calificación de 92% de la audiencia en Rotten Tomatoes, convirtiéndola en un completo éxito, disponible a solo un clic en la plataforma de HBO Max.
¿De qué trata Sing Street?
Sing Steet, como se le conoce en casi todo el mundo, es la película irlandesa del director John Carney donde un chico de secundaria llamado Conor quiere desahogar sus problemas escolares, familiares y amorosos, pero solamente hay una cosa que le sale bien: tocar, cantar, componer e interpretar. Ser un showman al puro estilo de Elton John, Freddie Mercury, Joan Jett y muchos otros rocanroleros.
Todo comienza porque sus papás van a divorciarse, pero la bronca es tan grande que las peleas escalan muchas veces a discusiones e incluso al daño físico, por lo que debe refugiarse en el cuarto de su hermano a escuchar música a todo volumen. Rock, Pop, Ska, Heavy Metal y muchos otros géneros son parte de su repertorio.
Esa pasión lo lleva a conformar una banda para impresionar a una chica, y recluta a jóvenes desconocidos de su nueva escuela cristiana, quienes esconden muy en el fondo de su corazón el amor por el rocanrol que no los dejan expresar en ninguna otra parte, más que en sus casas, sus garage y sus sueños, claro.
Poco a poco se van ganando las palmas y admiración de sus compañeros, hasta armar toda una reolución escolar. Entonces Conor decide abandonar Irlanda, primero rumbo a Inglaterra, y luego, tal vez, hacia los Estados Unidos para presentarle su música, su disco, sus ideas a todo el mundo. Con un poco de suerte se volverán famosos.