MEDIO MARATÓN DE LA CDMX

Los corredores toman Paseo de la Reforma

Más de 30 mil personas se congregaron en la edición 16 del Medio Maratón de la Ciudad de México, la cual transcurrió sin incidentes

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Con banderas y mucho entusiasmo, miles de atletas corrieron el Medio Maratón de la Ciudad de México.Créditos: Foto: José Arrieta

Las puertas del metro Chabacano se abrieron en un momento inusual. Dos horas antes de lo común para un domingo, para ser exactos. Un policía auxiliar, aún adormilado, abre la entrada de la estación. Afuera solo hay un par de personas, pero ninguno parece dispuesto a correr.

En los andenes casi vacíos sí hay corredores. En grupos de dos o tres personas hacen estiramientos, platican, ríen: en casi una hora estarán saliendo junto a más de 30 mil corredores, inscritos o no, en una de las pruebas icónicas de la Ciudad de México.

El Metro abrió sus puertas más temprano para transportar a los atletas. Foto: José Arrieta

La mañana es fresca y algunas personas caminan por los corredores oscuros de la Alameda Central. A diferencia del Maratón de la Ciudad de México, en el Medio Maratón parece que hay menos gente, que se lo toma con más calma, aunque con la misma pasión.

Justo bajo la hermosa fuente con obra de Manuel Felguérez, a un costado del edificio de la Lotería Nacional, un grupo de corredoras, todas vestidas en tono rosa Barbie, tan popular en estos días, se junta para que su entrenador les tome una foto. Todos ríen, se estiran, platican.

Minutos antes de empezar la carrera, decenas de personas aprovecharon para tomarse fotos. Foto: José Arrieta

Los corredores han tomado Paseo de la Reforma.

Con la fuerza de la familia

Haciendo un cálculo conservador, por lo menos unas 35 mil personas participaron, oficialmente o no, en el Medio Maratón de la Ciudad de México. Casi por cada una de ellas, hubo por lo menos una o dos personas en las vallas a lo largo del recorrido gritando, echando porras, incentivando a los atletas.

Miles de personas aguardaron pacientemente la llegada de sus familiares o amigos. Foto: José Arrieta

Desde quienes tenían cartulinas hasta aquellos que solo blandían el celular en la fresca mañana capitalina, los familiares y amigos hacen un grupo sui géneris en este tipo de eventos. Después de dos horas de emociones, de esperar al protagonista del día, hacen nuevos conocidos, se comparten los banquitos, crean porras aún más grandes.

“Yo en realidad trato de echarle porras, con lo que necesite para su alimentación, pero yo no salgo con él a correr, a esas horas, sale muy temprano”, cuenta Mayela Berumen, quien se levantó a las 5:00 de la mañana para apoyar a su hijo, Fernando Lizarrague.

 

Pero los corredores no fueron solo locales. Atletas provenientes de Baja California, Chihuahua, Jalisco e incluso Jesús Nava, el ganador de la prueba masculina, originario de Tlaxcala, son solo una muestra del atractivo regional que tiene este evento.

“Venimos de Morelia, Michoacán, a apoyar a nuestra hija, Lorena. Llegamos hace dos días y es la tercera vez que corre el Medio Maratón, cada vez se prepara más, le echa muchas ganas y nosotros la apoyamos mucho”, declara Raúl Maldonado Maza, padre orgulloso de la atleta.

Una meta, dos salidas

A las 8:30 de la mañana, prácticamente todos los corredores habían llegado al Ángel de la Independencia. A pesar de los gritos desaforados de la locutora, no avanzaban: se detenían para tomarse fotos, para esperar a sus conocidos, para recuperar el aliento.

Todos tienen derecho a cruzar la meta, sentir el aplauso y ser vitoreado. Pero solo aquellos que alcanzaron uno de los 30 mil preciados lugares oficiales obtuvieron una medalla y una bolsa en el área de recuperación.

Los corredores inscritos recibieron su medalla al terminar la carrera. Foto: José Arrieta

Yo sé que terminé y con eso es suficiente para mí. Ahora toca ir a desayunar con la familia y luego nos vamos a la casa, a descansar”, detalla María Lobo, corredora del Club de Trail de Ixtlahuaca, quien llegó desde el oriente de la Ciudad de México para participar en esta fiesta, aunque no alcanzó inscripción.

A pocos metros, los paramédicos de las tres ambulancias que estuvieron listas para cualquier eventualidad y que, por fortuna, no fueron requeridos, ven pasar a la gente. Algunos charlan entre sí, otros juegan en sus celulares: la mañana apenas comienza y miles de personas han hecho algo que poca gente se atreve y que, dicen, se debe vivir por lo menos una vez en la vida.