El concierto de Los Fabulosos Cadillacs fue una locura monumental. 300 mil personas acudieron a la Plaza de la Constitución y a todas las calles de alrededor para ver a los argentinos por lo menos en las pantallas que colocaron los responsables del concierto.
En algún momento de la noche, los responsables de Protección Civil dieron a conocer que la plancha estaba al 100% de su capacidad, por lo que pidieron dejar de acercarse para tratar de entrar, y mejor quedarse en las avenidas aledañas para evitar desastres.
Esto provocó, naturalmente, que las pertenencias de muchas personas quedaran perdidas. Entre zapatos, tenis, prendas, accesorios y hasta celulares iban quedando atrás a medida que los dueños avanzaban, o cuando intentaban bailar bajo una impresionante luna que adornó el momento.
Al final, cuando sonaba "Yo no me sentaría en tu mesa", el himno que desde siempre ha cerrado los conciertos del León del Ritmo, todos comenzaron a irse sin mirar atrás; querían llegar apresurados al Metro y al Metrobús para alcanzar a transportarse hasta sus casas con el menor peligro posible. Dejaron sus pertenencias atrás.
Por suerte, un héroe anónimo fue el encargado de juntar todas estas pertenencias perdidas para llevarlas a un rincón del Centro Histórico y tuvieran una segunda oportunidad. Encima de un objeto colocó todos aquello tenis que ni tenían par, y detrás de él poco más, entre sudaderas, paraguas, bolsas, y un largo etcétera.
La gente lo supo y llegó inmediatamente para revisar lo que había, pues estaban en busca de su otra mitad, de una zapatilla, de una playera, de una boina, una gorra, un sombrero. "Mi hermano sí juntó un par jaja", fueron las palabras de una usuaria de Facebook que tuvo éxito recuperando sus cosas.
"Nos encontramos el par amigos", fueron las palabras de otra persona que mostró los tenis hallados en la Plaza de la Constitución, y que probablemente se llevó para casa, mientras que su dueño original regresó en calcetines, pero completamente feliz.
"Si hay tenis perdidos, significa toquín chido", fueron las palabras de Fany Amézquita, quien reveló, con esas simples palabras, la grandeza de Los Fabulosos Cadillacs.