Las teorías sobre el tiempo y el espacio se remontan principalmente a Albert Einstein (1879-1955). “Para nosotros, los físicos creyentes, la distinción entre pasado, presente y futuro solo tiene el significado de una ilusión, aunque persistente”, ha sido una de las frases más memorables del científico que se nacionalizó suizo.
En este sentido, Sabine Hossenfelder ha retomado la teoría de Einstein y ha abordado algunos conceptos de “relatividad de la simultaneidad”. La científica que explicó cómo se relaciona esto con la muerte, actualmente trabaja en el Centro de Filosofía Matemática de la Universidad de Múnich, en Alemania.
La independencia del observador
Según información que recogió la BBC, la física mencionó: “No se puede hablar de la existencia de este momento presente sin reconocer también la existencia del pasado exactamente de la misma manera”. Para aclarar también explicó: “Lo que llamamos este momento presente, puede ser el futuro o el pasado de otra persona. Einstein llamó a esa noción ‘independencia del observador’”.
Este concepto va de la mano con la imposibilidad de poder definir una noción del ahora en la que todas las personas estén de acuerdo. Esto es lo que se denomina “relatividad de la simultaneidad”. Lo que señala Hossenfelder es que si no existe una noción inequívoca para definir lo que sucede ahora, cada momento podría ser ahora para alguien. “Eso da lugar a la conclusión de que el pasado existe de la misma manera que el presente”, concluye la física de 46 años.
Hossenfelder abordó el concepto de la muerte y explicó: “Cuando alguien muere, en cierto sentido sigue existiendo. Lo que sucede es que toda la información que compuso su personalidad (las conexiones particulares de los átomos, las sinapsis en su cerebro y demás), se descompone, se desmorona”. Y además agregó: “Pero sabemos, por la forma en la que funcionan las leyes fundamentales de la naturaleza, que esta información no es destruida”.
Finalmente, para terminar la idea de que los muertos “siguen existiendo”, la científica mencionó: “Lo único que sucede es que se difunde en correlaciones sutiles en los restos del cuerpo, se enreda con otras partículas, se dispersa por todo el planeta Tierra y, a largo plazo, en todo el universo”. En otras palabras: la información sigue allí, pero, a efectos prácticos, es imposible de recuperar.