RELATOS DE CINE

Las muchas vidas del Teresa: de cine solo para mujeres al porno

Ubicado en el Eje Central Lázaro Cárdenas, el edificio casi centenario del Cine Teresa ha visto pasar en sus salas desde damas de la alta sociedad hasta público más adulto

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El edificio art decó del Cine Teresa permanece de pie en el Eje Central.Créditos: José Arrieta

Cualquier persona que ha transitado por el Eje Central Lázaro Cárdenas de la Ciudad de México, de camino al Centro Histórico, ha visto sin duda una llamativa marquesina, de estilo art decó, que anuncia algo que ya no existe: el Cine Teresa.

Si el curioso viajante se detiene, verá en su frente la leyenda “El cine del Centro Histórico”. Y, como el propio Centro Histórico, ha tenido tiempos humildes, luego de gloria palaciega y, por último, un descenso que va más allá de lo popular, una especie de último grito antes de desaparecer.

Porque, para la mayoría de personas que ya habían nacido durante la década de los 90 en la Ciudad de México, el Cine Teresa es sinónimo de cine porno. Sin embargo, su historia se remonta muchos años atrás.

La vida del cine

El Teresa nació en 1924, cuando todavía no existía ni el Eje Central, ni el Metro Salto del Agua, ni el cercano par vial José María Izazaga. Se dice que su nombre se debe a una mujer muy cercana al entonces dueño del lugar.

Un enorme cine teatro con más de 6 mil butacas, lejos del que sería el más grande del mundo, el Florida, aunque superaba por bastante al Radio Music Hall de Nueva York. En esta sala capitalina se proyectaban películas mudas, con el pianista de rigor tocando música en vivo.

Su primera muerte ocurrió una década después, cuando se decidió ampliar la calle de San Juan de Letrán para ofrecer una alternativa vial más adecuada a un Centro Histórico que crecía más y más. Fruto de ello fue demolido.

El Cine Teresa se encontraba en la calle de San Juan de Letrán. Foto: INAH

La vida de una dama

La primera resurrección del Teresa dio paso a su momento más brillante. El 8 de junio de 1942, bajo las órdenes del arquitecto Francisco Serrano, quien lo dotó de su característico estilo art decó, reabrió sus puertas a todo lujo y con un lema que se convertiría en su distintivo en una ciudad llena de salas de cine: era el primer cine dedicado a las damas metropolitanas.

Las crónicas de la época no dejan lugar a dudas: su enorme vestíbulo contaba con dulcería y fuente de sodas, algo inusual para la época, sus pasamanos eran de cristal cortado y los pisos de mármol. Una estatua de Venus recibía a los cinéfilos, quienes bajaban de sus vehículos para apreciar las primicias de un Hollywood mermado por la guerra.

Las mujeres tenían una tarifa preferencial. Foto: Cineteca Nacional

La ahora olvidada cinta “El Hijo de la Furia” de Jim Cromwell fue su función inaugural. Los finos acabados de maderas preciosas y bronce, los asientos tapizados de terciopelo, únicos en su época, y las esculturas de las nueve musas que “volaban” por un curioso fenómeno óptico, eran un espectáculo anterior al espectáculo del cine para los 3 mil 105 cinéfilos que podía recibir.

A diferencia de otros edificios de la zona, el temblor de 1985 no le afectó en demasía. Sin embargo, otro movimiento de proporciones catastróficas sí hizo que sus cimientos temblaran, llevándolo casi a la muerte.

La vida del porno

Su segunda muerte fue más simbólica. Aunque durante años permaneció como uno de los recintos icónicos del Centro Histórico, poco a poco fue perdiendo espacio a manos de las cadenas internacionales. El tiro de gracia se lo dio la disolución de COTSA, la distribuidora de cine del gobierno que Luis Echeverría había creado en los 70, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

Precisamente durante ese periodo se dio otro fenómeno interesante. Aunque las cintas para adultos se habían exhibido de manera más o menos clara durante décadas en México, en el papel eso estaba prohibido, hasta que en 1994, y en medio de su pleito personal con la Iglesia Católica, Carlos Salinas permitió la exhibición de este tipo de cintas.

El Cine Teresa vivía malos tiempos. Las exhibidoras no les daban estrenos, durante un tiempo contó con el apoyo de la embajada de Francia para exhibir cine de arte, pero eso no atrae al público, mucho menos con las constantes obras del Metro, que hacían que su antiguo público, que viajaba de Polanco o Lomas de Chapultepec, le huyera a la zona.

Las constantes obras afectaron al público del Cine Teresa. Foto: José Arrieta

Se dice que fue el empresario Carlos Amador quien se acercó con la solución: películas porno. Y así, desde mediados de los 90 hasta mediados de los 2000, este otrora cine elegante cambió de vocación, llenándose de trabajadores (y trabajadoras) sexuales y obreros, estudiantes que se colaban y parejas que buscaban otro tipo de entretenimiento.

Los primeros años del 2000 fueron los del declive casi absoluto del Teresa. En una entrevista concedida en el 2002, Jesús Ceballos, heredero de la sala, contaba que les robaban los inodoros, cortaban el terciopelo de los asientos, no consumían y ensuciaban todo. Pero aún así, logró sobrevivir todavía un tiempo.

La vida del arte

El periodo más corto del Cine Teresa se dio cuando, el 1 de marzo de 2013, se convirtió en una sede alterna de la Cineteca Nacional, la cual se encontraba en obras de reacondicionamiento.

Durante varios años, sus dos salas para 140 personas recibían a quienes no podían trasladarse al sur de la Ciudad de México para disfrutar las películas de la Cineteca. Sin embargo, poco a poco esa oferta se fue haciendo cada vez menor.

El Cine Teresa fue sede de la Cineteca Nacional. Foto: José Arrieta

De esa época queda un pequeño letrero en la marquesina, que anunciaba una Muestra de la Cineteca. De su vida anterior, como cine para damas, un mural justo a la entrada, frente a las decenas de tiendas de accesorios para celular que actualmente habita el edificio.

De tanto morirse uno, se muere de verdad, dice uno de los personajes de “Obabakoak”, novela de Bernardo Atxaga. Y esta historia demuestra que eso también le ocurre a los cines.

El Teresa fue el primer cine "para mujeres" de la ciudad. Foto: José Arrieta

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