La vida de Juan Carlos Hérnandez Bejar y Patricia Martínez Bernal cambió radicalmente cuando se conocieron en un restaurante en el Estado de México, donde Patricia trabajaba, ambos decidieron unir sus vidas, aunque no por las razones adecuadas.
Ambos originarios de Lázaro Cárdenas, Michoacán, la pareja decidió vivir juntos e iniciaron una sombría relación amorosa basada en la codependencia, la ira, el odio, la crueldad y una serie de creencias irracionales acerca de las mujeres.
Odio contra las mujeres
Juan fue hijo de una madre soltera que lo maltrató desde pequeño, por lo que creció en medio de abuso sexual y emocional, Patricia, vivió la indiferencia de su familia, por lo que desarrolló una personalidad servicial e humilde, sobre todo, con los hombres, aunque se aprovechó de su simpatía para engatuzar a sus víctimas.
Para los vecinos, esta pareja y sus tres pequeños hijos parecían una familia normal, que sobrevivía de la venta de ropa usada en los tianguis, así como de la recolección de latas y botellas de pet, por lo que era común verlos cargando grandes bolsas negras.
Sin embargo, tras la puerta de sus modesta vivienda, se escondían horribles secretos que impulsaron a esta pareja de asesinos a cometer más de 10 feminicidios, entre ellos, el de una pequeña de 13 años, quien era amiga de la familia.
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¿Qué fue de “Los monstruos de Ecatepec”?
En octubre de 2018, tras la desaparición de una mujer y su bebé de dos meses, la policía comenzó a indagar y sus averiguaciones los llevaron hasta la casa de esta pareja de asesinos ubicada en Playa Tijuana número 530 en la colonia Jardines de Morelos en Ecatepec, Estado de México, donde fueron descubiertos tirando el torso de una mujer en un terreno baldío.
Pocos días después, comenzó su juicio, donde Juan y Patricia aludieron que cometieron entre 10 y 20 asesinatos de mujeres, y después, ambos engulleron la carne de sus víctimas en tacos como si se tratara de carne de res.
Finalmente en mayo de 2019, recibieron su primera condena por cuatro años y seis meses de cárcel por el delito de trata de personas en la modalidad de adopción ilegal, por la venta de una bebé a una pareja.
En junio se sumó otra condena de 40 años de prisión por feminicidio de una de sus víctimas, luego recibieron otra sentencia por 70 años y agosto otros 40 años. Para septiembre de 2019 fueron condenados a 53 y 40 años de cárcel para cada uno, por dos feminicidios y, el 1 de octubre recibieron una sentencia más de 40 años por la muerte de una mujer.
El 17 de febrero de 2021 recibieron la condena de prisión vitalicia por otro asesinato con lo que se acumularon más de 300 años de condena que pasarán en el Centro Penitenciario de Chiconautla en el Estado de México.
En 2021, Juan envió una carta a las autoridades del penal y a su madre, donde solicitaba el cambio de psicólogo, ya que a su parecer, el médico se comportaba de manera grosera con él y nunca vió avances en terapia, así como también, la visita conyugal de su esposa.
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