Uno de los pintores más reconocidos y que muchos consideran incluso que están sobrevalorados es Salvador Dalí, quien también se dedicó a la escultura, grabado, escenografía e incluso a la escritura durante el siglo XX, considerado entonces como uno de los máximos representantes del surrealismo.
Sin embargo, sobre su vida privada realmente se conoce poca información al respecto, pues siempre se mostró de bajo perfil respecto a esta parte de su vida, sin embargo, algo que resalta sobre su carrera artística aunado con su vida privada es que había cierto misticismo detrás de sus obras, en donde de acuerdo con expertos, muchas veces representó con detalles y simbología su atracción sobre Adolf Hitler.
¿Qué relación existió entre Dalí y Hitler?
Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech tenía una fuerte atracción por la belleza, la fama, la vida, la muerte, el psicoanálisis, el paso del tiempo pero también sobre la homosexualidad, específicamente sobre su atracción sexual hacia el dictador nazi, Adolf Hitler, sin embargo, por muchos años buscó la manera de reprimir esta situación y no habló mucho al respecto hasta 1975.
Fue a través del libro Confesiones inconfesables de Dalí, escrito por su amigo André Parinaud que Hitler y Lenin lo “excitaban al máximo”, donde dijo lo siguiente:
“Su espalda regordeta, sobre todo cuando la veía aparecer en su uniforme con cinturón y su tahalí de cuero que apretaban sus carnes, suscitaba en mí un delicioso estremecimiento gustativo de origen bucal que me conducía a un éxtasis wagneriano. Soñaba a menudo con Hitler como si se tratara de una mujer", se lee en dicho libro.
Hizo pinturas inspiradas en Hitler
De hecho, existen tres obras de Dalí que están inspiradas directamente por el dictador nazi: se trata de El enigma de Hitler de 1939 que fue creada antes de la Segunda Guerra Mundial, y otras dos que se hicieron después de dicho evento histórico: Metamorfosis de la cara de Hitler en un paisaje iluminado por la luna con acompañamiento (1958) y Hitler Masturbándose (1973).
"Su carne, que imaginaba blanquísima, me seducía. (…) Hitler encarnaba para mí la imagen perfecta del gran masoquista que desencadenaba una Guerra Mundial por el solo placer de perderla y de enterrarse bajo las ruinas de un imperio”
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