La preparación de los caballos para las carreras involucra restricciones alimenticias y el uso de drogas para mejorar su rendimiento. Durante las carreras, los caballos corren a velocidades extremadamente altas, superando sus límites orgánicos y tomando analgésicos y corticoides para no sentir el dolor. Los jinetes los azotan para acelerar su velocidad.
Estas condiciones extremas a menudo resultan en lesiones graves, como hemorragias pulmonares, infartos y lesiones en los tendones. Cuando un caballo se rompe un hueso, generalmente se considera "no apto" y se sacrifica discretamente.
A pesar de que los caballos de carreras en estado salvaje pueden vivir entre 25 y 30 años, aquellos criados para competir tienen una vida más corta, de 15 a 20 años. Uno de cada 20 caballos no termina sus carreras debido al alto nivel de sufrimiento al que se ven sometidos.
Foto: Hipódromo de Las Américas
A diferencia de otras formas de entretenimiento que involucran animales, como los circos con delfines, las carreras de caballos han escapado en gran medida a la regulación y la atención pública debido al dinero y el público al que están dirigidas.
El senador Eruviel Ávila ha presentado una iniciativa para reformar la Ley Federal de Sanidad Animal y reconocer a los animales como seres vivos dotados de sensibilidad. A pesar de los esfuerzos, México aún no cuenta con una ley que prohíba el dopaje de animales, a diferencia de Estados Unidos, que aprobó una ley en 2020 para combatir el dopaje ilegal en las carreras de caballos.
En resumen, este artículo destaca la crueldad que enfrentan los caballos de carreras en México y aboga por la protección y el bienestar de estos animales, argumentando que cualquier actividad que cause dolor innecesario a los animales no puede considerarse deporte.
Por: Mariana Gil Moguel, Licenciatura en comunicación, Universidad Iberoamericana.
XBB