A menudo, la vida de personas que no necesariamente dedican toda su existencia a la religión pueden ser ejemplo de lo que cada individuo puede hacer, de manera relativamente sencilla, a favor del prójimo.
Una muestra de ello es la vida de Alucio, un noble campesino que ponía a disposición de los enfermos y de los peregrinos las pocas cosas materiales que poseía, demostrando con ello su gran bondad.
¿Quién fue San Alucio de Pescia?
De acuerdo con el Martirologio romano, Alucio nació durante el siglo 12 en una familia de campesinos que vivía en la localidad toscana de Campugliano. No tenían mucho dinero, pero eran conocidos por su generosidad.
Aunque nunca tomó los hábitos, en buena medida por provenir de una familia que no tenía dinero, durante toda su vida tuvo una existencia muy apegada a la espiritualidad. Su carácter tranquilo motivó que el pueblo confiara en él para resguardar las herramientas de trabajo.
Años más tarde, le encargan la gestión del hospicio de su pueblo, que se encontraba en ruinas. Con el apoyo financiero de algunas personas, logra hacerlo funcionar y esto lo motiva a fundar más lugares para apoyar a peregrinos que viajaban por la región.
Su labor a favor de los pobres y su espíritu pacificador hizo que, aunque era un laico, se le rindiera culto a su memoria en la región. Décadas después, el Papa Pío IX reivindicó su ejemplo y lo llevó a la canonización.
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