PIENSA JOVEN

El Conde: ¿Ganará premio a mejor guión?

Una sátira audaz con toques de terror y una fotografía memorable

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Larraín reafirma su talento como cineastaCréditos: Netflix

Después de haber fingido su muerte en numerosas ocasiones y vivir por más de 250 años como vampiro, Augusto Pinochet, mejor conocido como “El Conde” por fin ha decidido morir, mientras sus hijos buscan desesperadamente su fortuna, Pinochet ve su existencia sacudida con la llegada de Carmen, una joven monja que lo comienza a cuestionar, así como a toda su familia. 

En la historia de la humanidad muchas personas han destacado, innumerables son los casos de gente que sin importar el país, conoces perfectamente su nombre, aunque algunas de esas personas no son recordadas de manera positiva debido a sus actos crueles en contra de la humanidad, pero ¿Acaso vale la pena mencionar su nombre? o ¿Por qué es importante conocer su vida ?

Jaime Vadell como Augusto Pinochet en “El Conde” 
Foto: Netflix

El Conde es una cinta bastante peculiar y diferente, a partir de una premisa interesante, el director Pablo Larraín construye un retrato severo donde el famoso dictador queda expuesto como un hombre mediocre, además claro de condenar a Pinochet por medio de la sátira y comedia negra.
 

Larraín consigue mezclar la mitología del vampirismo de manera bastante ingeniosa y a diferencia de otras cintas, se aleja bastante de la narrativa psicológica y contemplativa para dar paso a un constante cuestionamiento de los aspectos negativos del ser humano: la codicia, el egoísmo y el uso desmedido del poder.

 

En su mayoría las interpretaciones de todo el elenco funcionan, en especial la de Jaime Vadell que por momentos brilla con su presencia en pantalla, pero es Paula Luchsinger quien se roba cada escena que tiene con su interpretación carismática y diálogos audaces, el más memorable de todos es: “Yo vine a este mundo para conocer al diablo, vine a vivir con él, vine a amarlo, viene a que me tentará, vine a que me tocará para yo poder tocarlo, para poder humillarlo, para poder obrar en su cara”.

 

Memorable también es la cinematografía a cargo de Edward Lachman quién desde la secuencia inicial nos sumerge en cada escenario donde la selección musical y el diseño de producción crean una atmósfera lúgubre y fantasmagórica al más puro estilo del expresionismo alemán, que además de ser una referencia visual también está presente en el argumento, ya que la historia habla acerca de la obsesión y ambición humana.

Pablo Larraín, detrás de cámaras en “El Conde”
Foto: Netflix

Por momentos la cinta puede sentirse pretenciosa, desde el uso de blanco y negro, las escenas de los personajes volando, la voz en off en inglés y la poca exploración a la vida de Pinochet más allá de lo evidente, demeritan un poco los sobresalientes valores de producción.

 

En conclusión, El Conde es una experiencia interesante que aunque por momentos se siente demasiado simple, la fotografía, las actuaciones y el guion destacan, aunque los fanáticos acérrimos de Pablo Larraín puedan sentirse decepcionados, el director chileno entrega fiel a su estilo una cinta con una propuesta bastante interesante.
 

Por: Fabio Castellanos, Universidad Anáhuac, Lic. En Comunicación 


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