El desapego familiar, la falta de reconocimiento de sus logros por parte de su país y una infancia tormentosa hicieron que la vida de un prodigio del ajedrez se tornara gris, turbia y sin ilusiones, rompiendo todo el potencial que algún día tuvo Bobby Fischer, quien fue el campeón mundial más joven de ajedrez del mundo. Su gusto por este peculiar y quisquilloso juego comenzó cuando su hermana le regaló un tablero de ajedrez y él comenzó a obsesionarse con jugar solo, sin imaginar que eso lo llevaría a ser reconocido tiempo más tarde por diarios nacionales e internacionales.
Bobby Fischer comenzó a jugar ajedrez a los seis años, pero a los 14 ya era el campeón más joven de la historia en Estados Unidos y al año siguiente se alzó con el título de "El Gran Maestro", fue entonces, cuando en plena Guerra Fría, el presidente Nixon y su Secretario de Estado, Henry Kissinger vieron en Fischer un alfil para literalmente hacer "jaque mate" a la hegemonía rusa en este juego intelectual.
Así, el 1 de septiembre de 1972 Fischer derrotó a Borís Spasky en Reikiavik, Islandia, en lo que fue denominado "La Partida del Siglo", pero a pesar de que se había convertido en una especie de héroe nacional, no fue recibido con honores en la Casa Blanca, lo cual comenzó a generar cierto rechazo hacia su propio país, el cual se fue acrecentando con los años, hasta llegar al punto de alegrarse del incidente de las Torres Gemelas ocurrido el 11 de septiembre de 2001, cuando señaló de manera cruda:
"Quiero ver a Estados Unidos aniquilado. Aplaudo el acto. A la mierda con mi país. Estados Unidos se basa en las mentiras y el robo". Esto, claramente trajo consecuencias y pasó de ser un ídolo del ajedrez a un desterrado político a quien el gobierno americano consideró como un traidor haciéndolo vagar por varios países hasta que finalmente se estableció en Islandia.
Pero previo a alcanzar la tranquilidad lejos de Estados Unidos, Bobby Fischer fue detenido en Japón en 2004, lugar en el pasó recluido ocho meses tiempo en el que por fortuna, su natal país no logró la extradición, por lo cual, el "Rey del Ajedrez" no perdió el tiempo y buscó ayuda países que le habían idolatrado como Alemania, Suiza y Cuba, pero estos hicieron caso omiso de sus peticiones. Hasta que de pronto su mente se iluminó y recordó lo bien que le habían tratado en Islandia, por lo que en 2005, consiguió el tan ansiado asilo político en dicho lugar.
Y a pesar de que se asegura que su coeficiente intelectual era superior al de Albert Einstein, los últimos años de su vida, Bobby Fischer demostró lo peor de su personalidad dejando sacar a flote sus peores rasgos, tales como su misoginia, intolerancia y racismo. Además desarrolló un continuo delirio de persecución que hizo que muchos pensaran que tenía problemas mentales, pero él siempre se negó a acudir con un psiquiatra. Tampoco quería ingerir medicamentos, hacerse cirugías o ir al doctor, por lo cual murió por una enfermedad renal en 2008 a los 64 años de edad.
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