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MURIÓ EN LA POBREZA

María Izquierdo y la traición de Diego Rivera que evitó pasara a la historia como muralista

"Es un delito ser mujer y tener talento", decía la pintora jalisciense quien vio opacada su obra por los egos de los muralistas

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Nunca se reconoció feminista, pero sí pedía un trato igualitario para hombres y mujeres.Créditos: El Heraldo de México

"He pintado siempre, por una verdadera necesidad de hacerlo, contra todos los obstáculos y por encima de todas las injusticias que la vida y la sociedad han impuesto en mi camino, no obstante he pintado mucho", decía María Izquierdo la pintora mexicana quien a lo largo de su vida se vio opacada por la sombra de los tres grandes muralistas, Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. 

Aunque al principio de su carrera fue apoyada por el más reconocido de los muralistas, es decir Rivera, pues ingresó a la Academia de San Carlos en 1928 cuando él era el director, en el momento clave de su carrera decidió darle la espalda, y le retiraron en apoyo para realizar un mural en antiguo Palacio del Ayuntamiento; en 1945 Izquierdo había firmado un contrato con Javier Rojo Gómez, entones jefe de departamento del Distrito Federal, pero sin mayor explicación rompió el trato y le explicó a la autora de "Viernes de Dolores " que no podría pintar en ese espacio. 

El hecho no pasó inadvertido por la prensa de aquellos años pues le retiraron el permiso para pintar en un edificio público y la relegaron a plasmar su obra en escuelas o mercado públicos, situación que desató la ira de la artista nacida en San Juan de los Lagos, Jalisco entre 1902 y 1907 (no se sabe con exactitud el año de su nacimiento), ella no se quedó callada y alzó la voz incomodando a más de un político y muralista. 

Retrato. Foto: Especial

Diego Rivera conspiró para que no pintara murales

María Cenobia Izquierdo Gutiérrez ya tenía los bocetos del mural que la haría pasar a la historia como la primera mujer en plasmar un fresco en un edificio gubernamental, se llamaría "El progreso de México" según relataron periodistas de la época y ella se sumaría a la lista de artistas que elogiarían al gobierno en su obra, contrario a lo que hacía Manuel Rodríguez Lozano. 

El boceto contemplaba dividir al presente y pasado, tenían como símbolos fundadores a un indígena para la antigüedad prehispánica y a un hombre que porta una carabina y manipula una máquina, la fusión de un obrero y un revolucionario, para el México del siglo XX, además de que mostraba una sociedad marcada por sus avances tecnológicos y en la cual la mujer desempeña un papel principal. 

Niñas con sandía,1946. Foto: Especial

Pero ese sueño se quedó solo en eso y jamás pudo verse concretado, ella aseguró que todo se trató de una conspiración organizada por Diego Rivera y los otros dos grandes muralistas quienes en una reunión secreta convencieron a Rojo Gómez de quitarle esos muros para mantener su monopolio en el mundo artístico, hay que recordar que en 1947 se creó la Comisión de la Pintura Mural y ellos asumieron el papel de jueces decidiendo quien sí y quien no podían plasmar su arte en muros. 

La traición de Diego Rivera se dio a pesar que cuando era alumna de la Academia Nacional de Bellas Artes en una exposición de alumnos declaró que los tres cuadros firmados por M. Izquierdo eran “lo único de valor” de la muestra. Después de eso ella realizó su primera exposición en solitario en la Galería de Arte Moderno en 1929.

La escritora Dina Comisarenco escribe en su libro "Eclipse de siete lunas. Mujeres muralistas en México", que los muralistas concluyeron que María Izquierdo “estaba poco ejercitada en la práctica del fresco, por lo que era preferible cambiarla a algún otro edificio de menos importancia”, es decir en un mercado o escuela, donde debían pintar las mujeres. 

Sueño y presentimiento 1947. Foto: Especial

Izquierdo fue la primera mexicana en exponer en Estados Unidos

Se casó cuando sólo tenía 14 años con un militar mucho mayor que ella y fue madre de tres hijos; arribó a la Ciudad de México y estudió arte, su talento nato hizo que retratara con gran maestría las escenas nacionales más representativas; su obra llena de color expresa al máximo su pasión por lo nacional, pues durante toda su vida fue nacionalista. 

“Poseo una verdadera pasión por el color: es lo que más me emociona de todas las cosas que existen”, escribía ella misma sobre sus pinturas y reconocía que se esmeraba por retratar al México auténtico. Izquierdo viajó a Estados Unidos a exponer en el Arts Center de Nueva York y se convirtió en la primera mexicana en tener una muestra en ese país. 

Murió enferma y en la pobreza

Pidió ayuda al gobierno para seguir pintando, pero nunca llegó. Foto: Especial

 

“Pintaría al fresco si me dieran la oportunidad para ello, pero hasta ahora solo confían esos trabajos a los maestros varones, campo que me ha sido negado en mi propio país”, María Izquierdo.

El golpe anímico que sufrió tras perder los muros del Palacio del Ayuntamiento en la Ciudad de México hizo que se sumiera en una depresión de la que nunca pudo recuperarse.  Pareciera que la suerte no estaba de su lado, pues enfermó y le dio una parálisis que le impidió seguir con la pintura, actividad que desempeñó durante 25 años, por lo que pidió ayuda al gobierno de Adolfo Ruiz Cortines para poder seguir pintando. 

En esa petición de ayuda escribió: "sé que es mucho lo que pido, pero me atrevo a hacerlo consciente de haber dedicado con absoluto desinterés casi un cuarto de siglo al arte en México”, reconociéndose de manera modesta como una de las mujeres artistas más importantes del siglo XX. Murió en diciembre de 1955 de una embolia. 

Aunque nunca se conoció abiertamente como feminista reclamaba la igualdad entre hombres y mujeres. En una entrevista radiofónica de 1939 dijo: “Solamente ahora se le empieza a dar oportunidad a la mujer para que desarrolle su talento, por eso no me extraña que no haya igualado todavía a los maestros inmortales de la pintura. Pero creo que si la mujer sigue conquistando más y más libertad de expresión, llegará tan alto en las artes plásticas, ¿por qué no?”.

Autorretrato, 1940. Foto: Especial

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