PANORAMA MODA

El movimiento slow fashion busca dar valor a las prendas de ropa y hacerlas atemporales

Hoy en día, la tierra vive una crisis ambiental y se deben generar cambios inmediatos para no acabar con los recursos naturales

TENDENCIAS

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Hoy en día, la tierra vive una crisis ambiental y se deben generar cambios inmediatos para no acabar con los recursos naturales Créditos: Foto: Especial

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la industria de la moda es la segunda más contaminante de la tierra, genera más carbono que los transportes marítimos y vuelos juntos. Este sector es responsable de 20% del desperdicio total de agua a nivel mundial, además, cada segundo se quema una cantidad de textiles que equivale a un camión de basura.

El slow fashion llegó para dar armonía al uso de la ropa. Es la contracorriente de lo que se conoce como fast fashion. Este término surgió en el 2008, creado por Kate Fletcher, profesora de sostenibilidad, diseño y moda en el Centre for Sustainable Fashion de Londres. El movimiento nació de la tendencia slow food, y se encarga de resaltar la importancia y calidad de las piezas e insumos con los que realizan las prendas. Siempre teniendo en claro que sean sustentables y perdurables.

Un punto a favor es que las marcas se están preocupando por ser sustentables y al mismo tiempo ofrecer colecciones atemporales con textiles que sean de buena calidad para que su uso sea más prolongado, algunas de ellas ya no siguen tendencias para evitar el desperdicio. La mayoría de estas líneas se inclina a favor de la producción textil respetuosa, fabricando pocas piezas e inclusive únicas, que se realizan bajo el comercio justo, en condiciones éticas que no afecten los derechos laborales y humanos de los trabajadores.

Para saber identificarlas se deben conocer algunos aspectos que son primordiales, como la producción de pocas prendas, materiales y textiles sostenibles y pocos puntos de ventas, en bazares o boutiques. Este sistema promueve un apego emocional con las prendas, ya que las nuevas generaciones valoran las horas de trabajo de los artesanos, su historia, confección y curaduría.

Una de sus desventajas es que las prendas tienen precios elevados, por lo tanto, muchas buscan un modelo similar de marcas fast fashion, con un precio que está en su presupuesto. El slow fashion nunca producirá a grandes escalas ni tendrá tiendas por todo el mundo.

Los consumidores al comprar cada vez son más observadores, se unen a la iniciativa upcycling renovando su ropa y evitando comprar compulsivamente, buscan la durabilidad y funcionalidad que les va a brindar cada pieza.

POR ISIS MALHERBE

MAAZ