Sissi de Baviera pasó a la historia como la "emperatriz incomprendida", a lo largo de su vida destacó por ser única pero esa autenticidad de espíritu hizo que fuera rechazada por la corte alemana en que la que nunca terminó de encajar, lo que llenó su vida de depresión y tragedias, entre ellas la muerte de su hijo, quien sería heredero al trono bávaro.
Elisabeth de Austria fue un espíritu delicado que entendió antes que el resto de la corte que el fin de una era estaba por llegar, por lo que se alejó de la corte vienesa a pesar de su matrimonio con Francisco José de Habsburgo, su primo quien se encaprichó con ella por su belleza y naturalidad, pues los deseos de su madre Sofía eran que desposara a Helena, la hermana de Sisi, pero el flechazo fue mayor.
La boda se llevó a cabo a pesar de la resistencia de Sofía, y en 1854 la pareja se casó. Ese día empezó la tragedia de Isabel, pues fue alejada de su familia, sólo tenia 16 años, y fue puesta bajo el resguardo de cortesanas que la espiaban en todo momento y quienes la obligaban a ceñirse a los cánones de la monarquía vienesa.
Su suegra fue su peor enemiga
Desde el principio de la relación fue claro que Sofía no quería a Elisabeth, por lo que se dedicó a hacerle la vida imposible, criticaba su apariencia, sus gustos al vestir, sus aficiones, su manera de comer, todo, incluso la crianza de sus hijos, pues la alejó de sus primogénitas alegando que debido a su corta edad era incapaz de hacerse cargo de su educación. Esa versión se confirmaría para su suegra cuando murió su primogénita luego de contraer disenteria y murió en Budapest cuando tenía dos años.
La depresión de Isabel de Baviera se hizo profunda, pues se culpaba del fallecimiento de su hija, por que devolvió a su suegra a su hija menor para que ella la cuidara y se alejó de la corte, se dedicó a viajar sola, pues su esposo no tenía tiempo para atenderla, pues debía cumplir con sus obligaciones como emperador. Fue en 1858 cuando nació su tercer hijo, Rodolfo, quien sería heredero al trono, pero ese nacimiento no dio felicidad a Sissi.
Los años pasaron y la relación con Francisco José se hizo cada vez más distante por que paliaba su tristeza viajando hasta que llegó al Mediterráneo, tierra de la que se enamoró al grado de pedir que tras su muerte sus restos fueran colocados en esa pare de mundo, pero esa voluntad no fue concedida, pues al ser un miembro real debía reposar en la cripta de los Capuchinos.
Una mujer obsesionada por su peso
Isabel era un mujer que destacó por su belleza, su cabellera castaña clara hacía que destacara, de hecho ese fue el detalle por el cual Francisco José se enamoró de ella; tenía una melena hermosa que adornaba con flores, y entre la corte se hablaba de eso, era conocida por tener un gran pelo.
Sissi estaba atormentada por su aspecto físico, apenas comía pues deseaba mantener una figura esbelta y era aficionada al deporte, pasaba largo rato ejercitando su cuerpo, se sabe que era amante de la esgrima, de cabalgar y toda clase de actividad que le permitiera mantenerse en forma. A lo largo de su vida mantuvo su peso en 50 kilos.
La trágica muerte de una reina incomprendida
Sissí vivió dos pérdidas que marcaron su vida, la segunda fue la de su hijo Rodolfo, quien murió en una caballería junto a su amante, dicen que él la habría asesinado y después se habría disparado, pero ella siempre pensó que la corte de Viena estaba detrás del atroz crimen de su heredero.
Desde entonces ella decidió alejarse de todo el mundo imperial y si antes ya viajaba lo empezó a hacer más recurrente y en uno de esos viajes encontró la muerte. Fue cobardemente asesinada mientras esperaba abordar un barco en Ginebra. Un hombre chocó contra ella en lo que se pensó había sido un descuido, pero no fue así, pues aprovechó ese incidente para enterrarle una daga en el costado.
La herida fue tan profunda que casi le tocó el corazón; la emperatriz se desvaneció al poco tiempo del choque, pensaron que habían intentado robarla, pero descubrieron la verdadera causa y fue imposible salvarla pues se desangró casi de inmediato. La noticia de su muerte conmocionó a Francisco quien pidió que su cuerpo fuera trasladado a la cripta imperial.
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