La belleza de la Ciudad de México se encuentra contundentemente justificada gracias a los poéticos panoramas con los que cuenta, la increíble cantidad de museos, los parques y edificaciones dignas de sesiones fotográficas para compartir la vista en las redes; todo esto aunado con las maravillas arquitectónicas convierte a la capital en un lugar atestado de incursiones turísticas y paseos domingueros llenos de potencial.
Una de las construcciones más destacadas en la ciudad es indudablemente la Torre Latinoamericana, el rascacielos que llegó a consagrarse como uno de los edificios más altos del mundo fuera de Estados Unidos. Además, se inauguró como el primer y más grande edificio con fachada de cristal y aluminio.
Cabe destacar que la edificación se encuentra en una zona altamente sísmica, por lo que su historial de supervivencia cuenta con hechos de considerable riesgo.
FOTO: Especial
¿Cuáles son sus características?
La Torre Latinoamericana fue inaugurada el 30 de abril de 1956, la cual inició su cimentación en febrero de 1948, y cuenta con una altura final de 182 metros, a pesar de que la antena contribuye con 44 metros.
Inicialmente se consideró que el proyecto tuviera de 27 pisos en total, pero al final resultaron en 40. El diseño fue labor del arquitecto mexicano Augusto H. Álvarez, uno de los representantes exponentes de la arquitectura moderna en Latinoamérica, y fue invitado a participar por la empresa Seguros Latinoamericana.
José María Nava, arquitecto catedrático de la facultad de arquitectura de la Universidad Iberoamericana, reveló que Augusto anhelaba crear un edificio moderno, con las magnitudes de los rascacielos en Estados Unidos. El mexicano se inspiró en el Empire State Building, construido 26 años atrás, el 17 de marzo de 1930; de igual forma se basó en el edificio Chrysler, y ambos se sitúan en la ciudad de Nueva York.
La edificación ha pasado por brutales terremotos como el de 1957, 2017 y 1985, el cual cobró miles de vidas en los años 80, pero la obra se generalmente intacta. Aunque esto no se debe a mera suerte, ya que fue ideada precisamente para soportar este tipo de fenómenos naturales.
La clave de su resistencia reside en el suelo, donde se soportan 25 mil toneladas de peso, y debajo de la torre se encuentran colocados 361 pilotes de hormigón en forma de punta, las cuales atraviesan la zona del subsuelo y se enganchan alrededor de 30 metros de profundidad. Gracias a esta hazaña, no se hunde en lo absoluto, lo que la convierte en una obra antisísmica.