Una entrevista realizada por un medio mexicano en 2006 en la Arena México, mostraba a una espectadora entusiasmada y muy contenta disfrutando de una función de lucha libre, su nombre, Juana Samperio y se describía "ruda de corazón". Nadie imaginaba lo que se descubriría meses después de aquella mujer.
Juana Barraza nació un 27 de diciembre de 1957 en un municipio de Hidalgo, México. Su niñez no fue nada sencilla, vivió maltrato físico y psicológico por parte de su progenitora. Su madre era alcohólica y cuando Juana tenía 13 años, la vendió a un hombre a cambió de alcohol, ella quedó embarazada.
Juana tuvo cuatro hijos, uno de ellos perdería la vida más adelante en una riña callejera. Entre los asientos de la lucha libre, Juana vendía palomitas pues a pesar de la pérdida, aún le quedaba un hogar que mantener. Un hombre vio en ella la habilidad para iniciar en el deporte de la lucha libre, la invitó a participar y se hizo llamar "La dama del silencio", muchos que la conocían la describían como una mujer sumisa, amable incluso, esto ayudó a ganarse la confianza de sus víctimas, ya que se ofrecía a asistir a mujeres a cambio de algo de dinero, luego las mataba en sus domicilios.
El 25 de enero de 2006 Juana Samperio fue detenida, tras haber cometido uno de 17 homicidios contra mujeres en su mayoría de la tercera edad. En esta ocasión Juana había auxiliado a una mujer viuda de nombre Ana María quien cargaba bolsas tras regresar del mercado en la delegación Venustiano Carranza, Juana se acercó para ayudarle y tras dejarla en su departamento esperando recibir una buena propina por su acción, se desencadenó la tragedia. La golpeó y ahorcó dejándola sin vida. Tras huir, una vecina encontró la terrible escena y llamó a la policía. Juana fue detenida.
Nadie se imaginó que tras ese asesinato, se ocultaban más, la sociedad mexicana quedó atónita tras conocer a la verdadera mujer detrás de esa inocente sonrisa que disfrutaba en aquel entonces de un espectáculo en la Arena México.
Juana Barraza buscaba que sus víctimas fueran mujeres mayores de 60 años que vivieran solas y solo hasta encontrar una mujer que cumpliera con esta descripción, La Mataviejitas se hacía presente. Haciéndose pasar por enfermera, ofrecía sus servicios de cuidado, y si esto no era suficiente, también se ofrecía a lavar y planchar. Gracias a eso y a una actitud servicial, era sencillo que las ancianas la dejaran pasar a sus viviendas y que después de un descuido fueran estranguladas con medias de seda o mascadas.
La Mataviejitas purga actualmente una condena de 759 años de prisión por el homicidio de 16 ancianas. Su historia continúa conmoviendo a una sociedad rodeada de violencia.
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