TENDENCIAS

¿Qué son las varillas de la esperanza? VIDEO

Si miras hacia arriba en cualquier calle de tu colonia podrás darte cuenta que esta historia no es un mito urbano

TENDENCIAS

·
Miles de "varillas de la esperanza" persisten en México y Latinoamérica Foto: El equipo plástico

Todos alguna vez en nuestra vida hemos visto estas estructuras, sin reparar en lo que significan o por qué razón están hechas de esa manera y el contexto sociológico que enmarcan.

Son las llamadas varillas de la esperanza, que no son otra cosa que los ‘hilos’ de acero que sobresalen de las estructuras que en apariencia no han terminado con su proceso de construcción y pueden permanecer por décadas esperando que algún día se complete el proceso constructivo con otro nivel o ampliación del edificio o casa particular.

Este fenómeno tiene décadas de formar parte de la idiosincrasia de varios pueblos latinoamericanos, ya que representan la oportunidad de crecer, de progresar, de esforzarse para que en un futuro cercano ese pequeño patrimonio que está en construcción, algún día se convierta en la herencia para los hijos y su familia.

Esta situación no es nueva, proviene como relatamos de un sentido de posesión de tierra y cuando se vive en un ambiente urbano es tal la necesidad de poseer ese pequeño pedacito de ‘algo’ que no medimos si ese terruño está muy lejos o se convertirá en un dolor de cabeza por afectar nuestro estilo y modo de vida, con tal de tener algo que nos pertenezca.

“Hay una relación muy importante entre dos fuerzas: la resistencia en varios sentidos, la de los materiales y la del ‘aguante’, el permanecer en el territorio; y, después de resistir, se trata de soñar cuándo podrían terminar sus casas y cuándo estarían mejor las cosas”, expresó el catedrático Ricardo Toledo Castellanos, de la  Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, durante una ponencia dictada en la Universidad de Monterrey.

El especialista indicó que este tipo de ‘paisaje’ muy frecuente en Latinoamérica, es sinónimo en muchas ocasiones de asentamientos irregulares, o bien, los primeros pasos dentro de una comunidad recién creada como zona habitacional, se construyen los cimientos de una “esperanza” y se levantan las estructuras con varilla para evitar que el gobierno o las autoridades los desalojen o impidan su crecimiento, con la esperanza de que en un futuro las cosas irán mejor.

Autoconstrucción con miras al crecimiento

En palabras del ingeniero del Instituto Politécnico Nacional (IPN) Guillermo Lucio, las varillas de la esperanza son sinónimo de la autoconstrucción, con lo que los dueños comienzan a  establecer su permanencia e inician por espacios generalizados en donde todas las actividades comunes se realizan en un solo local (un cuarto).

La autoconstrucción se propicia precisamente en estratos modestos de la población que no cuentan con los medios para contratar a un especialista y por lo tanto, los ‘constructores’ piden ayuda de sus vecinos o conocidos que los orientan de acuerdo con su experiencia para edificar la construcción, misma que puede durar varios años y la podemos identificar por distintas etapas constructivas que incluyen diferentes materiales, colores y diferencias en cuanto a sus acabados.

“La autoconstrucción es criticada por la arquitectura, ya que no cuenta con los conocimientos profesionales que sustentan el funcionamiento de la construcción, sin embargo, cumple con la corriente arquitectónica de funcionalidad, en donde las actividades que se realizan comúnmente, (obviamente en una casa), están presentes en estos espacios, sin considerar partes estéticas y de amplio criterio”, indicó el ingeniero Lucio.

Finalmente, y no menos curioso, es que en cientos (e incluso miles) de casas, esas varillas están cubiertas con botellas de vidrio con el único fin de que funcionen como pararrayos, es interesante porque también ahí se puede ver el sentido de pertenencia y el paso del tiempo.

Seamos curiosos y quizá en una de esas varillas encontremos botellas de refresco o cerveza de alguna marca que ya no está en el mercado, pero que sigue esperando pacientemente a ser retirada para darle vida a un nuevo piso con el anhelo de que regrese el hijo o hija a casa con su familia y crear un nuevo entorno.