El 9 de marzo de cada año, en México se conmemora la firma de los tratados de paz entre México y Francia, con lo que se puso fin a la Primera intervención francesa en nuestro país en 1839, la llamada “Guerra de los Pasteles”, cuya firma se celebró en Veracruz y trajo consigo la devolución de la fortaleza de San Juan de Ulúa y el pago de 600 mil pesos por parte del gobierno mexicano a sus pares franceses.
¿Por qué se le llamó Guerra de los Pasteles?
Se le llamó así por una casualidad en medio del conflicto entre ambas naciones, un pastelero francés de nombre Remontel, se quejó ante la Embajada de su país, (representada por el barón Deffaudis) porque soldados mexicanos se fueron de su establecimiento ubicado en Tacubaya en la ciudad de México, sin pagar el consumo de varios pasteles, además de saquear la tienda; dicho suceso solo sirvió de excusa, entre otras cuestiones de mayor relevancia para detonar el conflicto bélico en 1838.
El conflicto fue una sucesión de hechos desafortunados en la historia de México, ya que después de lograr la independencia de España, el país se encontraba en un estado de inestabilidad política, económica y social.
La guerra con Francia consistió en ocho meses de bloqueo a los puertos mexicanos, a partir del 16 de abril de 1838; la toma del castillo de San Juan de Ulúa el 27 de noviembre, y el ataque el 5 de diciembre al puerto de Veracruz.
Te podría interesar
Esto prácticamente ‘apretó’ las finanzas del mermado estado mexicano que ya sufrían además por el reciente conflicto desatado en Texas, territorio que en 1835 pertenecía a México, pero perdió la batalla en contra de los rebeldes y además puso en entredicho su soberanía al ser el detonante para que trece años después, Estados Unidos le quitara la mitad de su territorio (pero esa es otra historia).
Durante la época de mayor apuro económico en el país, Francia no tuvo ningún tipo de consideración y prácticamente exigió el pago de los adeudos que de manera injusta se le achacaba al gobierno mexicano del presidente Anastacio Bustamante.
La pierna de Santa Anna y la recuperación de San Juan de Ulúa
Ante la negativa de México, Francia comenzó el bloqueo del puerto de Veracruz con el fin de ejercer una mayor presión para la economía nacional y ante los estragos del bloqueo se desató la batalla en el puerto de Veracruz el 27 de noviembre de 1838 que culminó con la toma del fuerte de San Juan de Ulúa y la derrota del Ejército mexicano.
Este capítulo tuvo una anécdota muy particular, el General Antonio López de Santa Anna lideró la batalla contra el ejército francés, en la refriega sufrió la amputación de su pierna izquierda a causa del fuego de la artillería. Ante la pérdida, Santa Anna ordenó que la extremidad recibiera cristiana sepultura con honores militares. Primero fue sepultada en un jardín de la región de Manga de Clavo en Veracruz.
Años después la extremidad sería exhumada y trasladada a la ciudad de México donde se le haría un nuevo entierro con honores el 27 de septiembre de 1842 en el cementerio de Santa Paula, en lo que hoy es Paseo de la Reforma Norte.
En 1844 durante una rebelión en contra de su gobierno, la pierna fue sacada del sepulcro y arrastrada por las calles de la ciudad. Desde entonces el paradero de la pierna se desconoce.
Finalmente, ante la victoria francesa, comenzaron las negociaciones para poner fin a la guerra, siendo el diplomático Inglés Richard Pakenham, el mediador entre Francia, representado por Charles Baudin; y México, quien eligió como plenipotenciarios a Guadalupe Victoria y a Manuel Eduardo de Gorostiza.
En el acuerdo firmado en Veracruz el 9 de marzo de 1839, México recuperó San Juan De Ulúa pero tuvo que pagar la deuda por 600 mil pesos, con ello se terminó el bloqueo militar y económico de Francia. Por esa razón, la fecha es importante como victoria para la gente del Puerto, una de las cuatro por la que es reconocida como “La cuatro veces heroica”.
BAR