PANORAMA SOCIAL

Belleza después de extirpación de un tumor

"No me puede pasar a mi" es uno de los principales pensamientos que tienes al momento de descubrir una anomalidad en tu pecho

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¡No! ¿Por qué? No me puede estar pasando esto a mí, fue lo primero que pensé en el instante en que por alguna razón extraña sentí la necesidad de tocar mis senos, tan sólo para descubrir una bola del tamaño de una ciruela.

Por un instante el mundo paró. Recuerdo esa mañana de jueves, aún oscura, un silencio seco, en donde sólo se escuchaban los latidos de mi corazón y mi agitada respiración, como si fueran martillazos contra el concreto.

Nada te prepara para ese momento. Nada amortigua el golpe y el miedo. 

En ese momento todas las mujeres somos iguales y todas sentimos terror, porque lo primero que viene a la mente es la palabra cáncer.

Las siguientes semanas viví la incertidumbre más larga. Los días transcurrieron en un ir y venir de estudios médicos que sólo incrementaban mi angustia, dejando poco tiempo para desahogar mis lágrimas. Contenida, respiraba profundo y trataba de actuar lo más “normal” posible para que mi familia me sintiera “tranquila” y segura de que todo saldría bien.

El diagnóstico previo a la operación mostraba indicios de que el tumor fuera benigno, sin embargo no lo sabría a ciencia cierta, hasta extirparlo y tener el informe de patología. Así que me sometí a una cirugía con la esperanza de salvar mi vida.

Expuesta en la camilla, suplicaba en silencio un milagro.

El objetivo era la detección oportuna de cáncer de mama mediante una cirugía de cuadrantectomía, es decir, me quitaron la cuarta parte de la mama izquierda.

Desperté con la noticia de que el tumor era benigno, sin embargo no lograron poner implantes debido a que tuvieron que limpiar pus derivada de una infección, por lo que se hizo una reconstrucción con colgajo para poder tener una vida “normal”, hasta que se realizara la segunda parte de la operación en el transcurso de unos meses.

Cualquier enfermedad e intervención quirúrgica te confronta con la muerte, pero la diferencia con el cáncer de mama es, además, el miedo a lo que significa la mutilación de senos por el simple hecho de ser la definición misma de la feminidad.

En nuestro país, para la gran mayoría de las sobrevivientes, que son candidatas a una reconstrucción mamaria, es casi imposible hacerlo debido al elevado costo que implica.

La mayoría aprende a vivir con prótesis postizas y rellenos, limitando su estilo de vida y elecciones de ropa. La sensación de no estar completas por haber sufrido la pérdida de la parte del cuerpo que simboliza belleza, erotismo, sexualidad y reproducción, es algo que permanece por el resto de la vida.

En lo que respecta a mí, he decidido no precipitarme y esperar un tiempo antes de ponerme implantes, si es que algún día decido hacerlo. Por lo pronto, hacer las paces con mi cuerpo, quererme como soy y redefinir mi concepto de belleza, son prioridad. Hoy más que nunca creo que la belleza es un concepto más amplio que cualquier estereotipo de moda y que nuestra obsesión por la perfección nos ha cegado impidiéndonos apreciar otros matices.

Cada mañana me veo en el espejo, y al observar mi cuerpo encuentro una cicatriz tenue en forma de sonrisa que me habla y dice: ¡Sonríe! ¡Disfruta! ¡Vive la vida!

Por Luisa Peña

PAL