EFEMÉRIDE

Efeméride 2 de diciembre: Muere Hernán Cortés; ¿Realmente amó a la Malinche?

Hernán Cortés nació en la provincia de Medellín en 1485 y murió en Castilleja de la Cuesta, Corona de Castilla, el 2 de diciembre de 1547

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La Malinche, conocida también como Malinalli, Malintzin o Doña Marina, era una mujer náhuatl originaria del actual estado de Veracruz. Foto: EspecialCréditos: Especial

Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano nació en la provincia de Medellín, Corona de Castilla, en 1485 y murió en Castilleja de la Cuesta, Corona de Castilla, el 2 de diciembre de 1547. Es conocido por ser el conquistador español que, a principios del siglo XVI, lideró la expedición que inició la conquista de México. 

La Malinche, conocida también como Malinalli, Malintzin o Doña Marina, era una mujer náhuatl originaria del actual estado de Veracruz. Nació hacia el año 1500, posiblemente en Oluta cerca de Coatzacoalcos, antigua capital olmeca situada entonces al sureste del Imperio azteca. 

¿Cómo llega La Malinche con Hernán Cortés?

En 1519, fue una de las veinte mujeres entregadas, por los indígenas de Tabasco, a los españoles como tributo para ser esclavas en las tareas domésticas, esto sucedió luego de la batalla de Centla. Además, le hicieron a Cortés una ofrenda de víveres, joyas y tejidos. 

El grupo de esclavas fue aceptado, y se le cambiaron sus nombres al ser bautizadas, ​Malintzin fue llamada Marina. Luego de la ceremonia, Cortés repartió a las "primeras cristianas" entre sus capitanes. A ella la entregó a un pariente lejano suyo, Alonso Hernández Portocarrero.

Leyenda

Desde Potonchán, los españoles se embarcaron a San Juan de Ulúa. Luego de llegar y mientras organizaban el campamento llegaron los embajadores de Moctezuma, por lo que Cortés llamó a Jerónimo de Aguilar, un español que sabía maya por haber pasado varios años en el Yucatán, tras salvarse de un naufragio.

Pero Aguilar no entendía el idioma náhuatl; fue en ese momento cuando se descubrió que La Malinche hablaba esa lengua, que era la de sus padres, además del maya, idioma de sus amos en Potonchán. Así, Cortés hablaba a Aguilar y Aguilar a Malintzin, a su vez ella era quien dialogaba con los indígenas, un sistema de traducción que fue decisivo para el avance de Cortés.

A partir de ese momento, la situación de La Malinche cambió, Cortés le pidió que que fuese su fiel intérprete, y a cambio le haría regalos, la casaría y le daría libertas. Pero el español no tardó en hacerla su amante, y dispuso que Portocarrero, a quien había entregado a Marina, volviera a España para llevar una carta al rey.

¿Cortés realmente amó a la Malinche?

La colaboración entre Hernán Cortés y doña Marina, como la llamaban, fue muy estrecha, el papel de ésta como intérprete fue en ocasiones decisivo. Se dice gracias a ella en Cholula los españoles se salvaron de una muerte segura al revelarles un complot de los indios, que una mujer del lugar le había confesado.

Mientras que en Tenochtitlán hizo posibles las conversaciones entre Moctezuma y Cortés, en las que Marina debía traducir los complicados discursos del español sobre los fundamentos del cristianismo y el vasallaje que los indios debían a Carlos V.

Es complicado responder a la incógnita de los sentimientos entre ambos, algunos historiadores aseguran que sí existió amor, mientras que otros afirman que se trataba sólo de interés y deseo carnal. Lo cierto es que se sabe que se preocupaba por ella, aunque esta preocupación podría venir sólo de la necesidad de no quedarse sin intérprete.

Tras la conquista de la capital azteca, Cortés se instaló en Coyoacán y Marina siguió junto a él; en 1522 tuvieron un hijo al que llamaron Martín. Luego de la llegada de la esposa legítima de Cortés, este decidió buscarle un nuevo acomodo a su concubina y le organizó una con Juan Jaramillo, que era procurador en el ayuntamiento de Ciudad de México. 

Con este enlace, el español cumplía la promesa de libertad que había hecho a Malintzin al inicio de la conquista, y le pagaba sus servicios otorgándole propiedades y una posición social. 

En 1523, viajaron a Honduras, y al término de la expedición, los caminos del conquistador y de la joven se separaron. Durante el regreso a México, Marina dio a luz a una niña a la que llamaron María. Se instaló junto a su esposo en Ciudad de México, pero no pudo conservar a su hijo Martín, que quedó al cuidado de Juan Altamirano, primo de Cortés.