El conflicto siempre tendrá espacio en las primeras planas, en el horario estelar de las televisoras y en la conversación de las redes sociales. La audiencia espera la diatriba, la diferencia, el pleito…el chisme.
En esta competencia gana quien tiene el megáfono. En el escenario, los actores suben el volumen, gritan, insultan. Siempre han utilizado un disfraz, se convierten en un personaje que intenta persuadir a su público. El teatro de la política necesita de la polarización.
Con la tercera llamada aparece el blanco y negro y la frase emerge, desde tiempos inmemoriales: si no estás conmigo, estás contra mí.
La película France (2021) nos sumerge en la vida de una reportera que conduce un programa de debate, referente de la clase política y empresarial. Su fama se acrecienta cuando en una rueda de prensa confronta al presidente de Francia. A la fama se llega pegándole al más fuerte.
También lo sabía Zoe, la periodista de la serie House of cards: para lograr los titulares hay que reunirse con el diablo. Muchas primicias no son más que mensajes entre grupos de poder, en los que el intermediario pone su nombre y cosecha una gloria efímera (que regresará hasta la siguiente filtración).
Pero más allá de ese glamour, de esa función protagonizada por los actores principales, están los crímenes de todos los días que llenan las secciones de sucesos, que impregnan de sangre las páginas de la nota roja. Que activan todos nuestros prejuicios y nos convierten en jueces, un papel que desempeñamos celosamente.
Un ejemplo de lo anterior está en la crónica Reina, esclava o mujer (de su libro Aquí no es Miami) de Fernanda Melchor, en la que se cuenta el crimen de Evangelina Tejera: “Édgar Urrutia Hernández, reportero de la sección policiaca de El Dictamen, asegura en su nota del 7 de abril que Evangelina es mitómana, y que se sabe que con frecuencia inventa historias o vive de fantasías, mientras que Héctor Ramón López, corresponsal del Diario de Xalapa, describirá el suceso como el caso más aberrante sucedido en la ciudad y constantemente recordará a los lectores el pasado de Evangelina como ex soberana de las fiestas carnestolendas y hoy convertida en una esquizofrénica mujer, condenada por el incalificable doble crimen cometido en sus dos hijos”.
POR DANIEL FRANCISCO
SUBDIRECTOR DE GACETA UNAM
@dfmartinez74
MAAZ