LA ENCERRONA

No somos Dinamarca…tampoco Venezuela

El presidente López Obrador, fiel con su estilo de creación de narrativas repletas de exageraciones, persiste en comparar el sistema de salud de nuestro país con el de Dinamarca, incluso fue un paso más allá diciendo en su sexto y último informe de gobierno que el mexicano es mejor

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

“Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.” Lord John Acton

Los poderosos siempre tienden a distorsionar la realidad. Sin embargo hay distorsiones que se acercan más a la realidad y otras que ya rozan el delirio. El presidente López Obrador, fiel con su estilo de creación de narrativas repletas de exageraciones, persiste en comparar el sistema de salud de nuestro país con el de Dinamarca, incluso fue un paso más allá diciendo en su sexto y último informe de gobierno que el mexicano es mejor.

También mencionó que la “estrategia” de seguridad ha funcionado, que la educación está mejor que nunca y, bueno, que somos un país increíblemente bueno.

De igual manera, pero en sentido contrario, la oposición -tanto de partidos políticos, como de ciudadanos- permanece en la idea de que México está más cerca de ser Venezuela, con dictadura, por ende, un país sin libertades ni derechos, con una economía que está por los suelos y la escasez de alimentos y servicios básicos son habituales en todo el territorio nacional.

Es decir, que en estos seis años hemos pasado de ser un país en camino hacia el desarrollo a ser uno en vías del subdesarrollo y que en el sexenio venidero se terminará el acto de convertirnos en “comunistas”. 

Ambas perspectivas son erróneas. No somos Dinamarca, pero tampoco somos Venezuela. Lo que está en el punto medular de la discusión no es si el presidente dice que su gobierno funciona mejor que el nórdico ni tampoco que cada día más nos situemos en Sudamérica y el “socialismo del Siglo XXI” tan repetido por Chávez, es llevar la conversación al centro.

Una evaluación de, con los recursos que se tienen, qué hizo esta administración por mejorar las vidas de las y los mexicanos en su conjunto. ¿Hoy existe más acceso a la salud, a la educación, es de mejor calidad? ¿Las mujeres nos sentimos más seguras? ¿Las carreteras están mejor que hace seis años?

No es la narrativa grandilocuente del presidente, pero tampoco es el debate sin argumentos. Es tener los datos necesarios para responder las preguntas expuestas y muchas otras.

También es nuestro deber señalar y decir con todas sus letras es que la autollamada Cuarta Transformación, sus feligreses, (algunos) funcionarios, así como el presidente han hecho todo lo posible por destruir las instituciones que vigilan el poder y brindan transparencia e información a la ciudadanía, han dinamitado cualquier acotación al poder y, como sabemos, los poderosos sin ningún freno tienden a enfermar, a corromperse, al delirium tremens. 

Así, el sexto informe -y toda la administración- nos ejemplifica bien lo que significa y cómo se amplifica la posverdad desde el poder. También el sexenio da cuenta de cómo implementar la polarización y dividir al país entre “fifís y chairos”, entre los que piensan (o dicen creer) que somos Dinamarca o que somos Venezuela. Una lección más que vívida para exponer de qué sirven los contrapesos y las instituciones como el Coneval, el Inai o la CNDH, mismos que están a punto de extinguir de un plumazo.

Ahora toca situarse en la reflexión, la verdad no es lo que dice el líder ni tampoco quien quiere derrocarlo, tenemos -las y los ciudadanos- darle coherencia a la realidad y luchar por generar -y defender- los contrapesos al poder encontrar bienestar en México, no en Dinamarca ni Venezuela.

POR ADRIANA SARUR 

COLABORADORA   

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM 

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