MALOS MODOS

Discúlpese, majestad

Sin excepción, lo de las “deudas históricas” no es más que un chantaje, basado en un ejercicio de victimismo con fecha de caducidad

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Sin excepción, lo de las “deudas históricas” no es más que un chantaje, basado en un ejercicio de victimismo con fecha de caducidad de hace 200, 500 o 1500 años. Nadie es víctima de lo que sucedió hace siglos con sus presuntos antepasados, sino de condiciones presentes, es decir, que han cambiado radicalmente en todo este tiempo, y que en consecuencia solo se conectan con aquellos hechos en el plano ideológico. Del mismo modo, tú no eres responsable de los males que infligieron tus supuestos antepasados hace siglos.

Da un poco de pena tener que subrayar estas cosas, pero en el caso de la conquista española, ni el rey Felipe, ni ninguno de los ciudadanos españoles son, pues, responsables de lo que sea que puedan haber hecho Cortés y compañía. De hecho, ni siquiera son, en general, sus herederos, y aunque lo fueran –va de nuevo– están perfectamente libres de culpas. No, nadie es responsable por lo que hicieron sus tatarabuelos, salvo en el caso de que, 500 años después, España conservara, intocado, el estatus de monarquía imperial de aquellos años, cosa que pues no. Es una democracia que ya quisiéramos para México.

Del mismo modo, los mexicanos de hoy no solo no son víctimas por herencia de los españoles, sino que no son siquiera herederos de aquellas culturas conquistadas, que desaparecieron hace siglos y que no se les parecen en nada.

El argumento de que otros países han pedido perdón por su pasado colonial, no es un argumento. No lo es por las razones expuestas, y no lo es porque la realidad de aquellos imperialismos ya extintos es muy diferente a la del igual de extinto imperialismo español.

¿Es sano revisar los pasados coloniales y someterlos al ácido de la crítica? Hombre, sí. Pero ese no es el punto. El conflicto reciente con España, el último del sexenio de López Obrador, es en algunos sentidos el más revelador de todos.

La verdad es que estamos en un lío diplomático con un socio importante porque –y nada más– así lo decidió el presidente en función de quién sabe qué, y porque su equipo, como el entrante, como los legisladores, como los comentócratas más ramplones, como los más digamos matizados, lo han apoyado igual que siempre, es decir: ciegamente, en un ejercicio de obediencia tal que ni siquiera se molestan en disimular que el desplante diplomático se debe a que el Supremo se permitió girarle una orden al jefe de Estado de otro país, disfrazada de declaración conjunta, ese “pide perdón”, y éste tuvo la prudencia de no responder a semejante disparate. Observación a la chairiza: el presidente no es quién ni para andar con esas exigencias, ni para hacerlas en nombre de los oprimidos, a los que no pertenece, ni para hacerla de todos nosotros.

Así que, pensándolo bien, el rey sí que debe disculpas. Me refiero a su majestad, Andrés Manuel I.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ