COLUMNA INVITADA

Pasado vivo: fuerza en el presente

El pasado nunca se queda en el ayer, es más, recorre a las sociedades de manera constante. Se manifiesta tanto en el nivel individual

OPINIÓN

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Ignacio Anaya / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El pasado nunca se queda en el ayer, es más, recorre a las sociedades de manera constante. Se manifiesta tanto en el nivel individual, en la vida de cada persona, como en la colectividad de la gente. Eventualmente ese antes del ahora pasa por todo aquel proceso que lo convierte en historia: una narrativa que busca darle sentido a las particularidades del pasado, esta suele ser la labor de los historiadores, mas no limitada a ellos. Este ha estado muy presente en los últimos días dentro de los discursos, debates y acciones en la esfera pública.

Hace 10 años aconteció la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en las cercanías de Iguala. Lo quiera o no el Estado, este suceso es parte de la historia nacional. No importa qué partido político ostente el control, el caso Ayotzinapa se encuentra y encontrará dentro de la historiografía mexicana incomodando al poder. Pensar históricamente en aquellos acontecimientos implica problematizarlos, generar preguntas, siendo conscientes de que jamás se quedarán estáticos en un momento temporal. La sociedad marcha rechazando las versiones oficiales de lo que ocurrió, el caso no termina, las demandas por la justicia continúan. En este sentido, la memoria se convierte en una alternativa. 

Al mismo tiempo se militariza al país y muchos no dudan en mirar el pasado de las fuerzas militares. En cierta medida, la peligrosidad que la sociedad le otorga a un proceso se da con base en una acción de comparar con ejemplos históricos. El acto de observar la militarización en el país despierta a las dictaduras militares de América Latina, los eventos del 68, la administración de Calderón, las ejecuciones de los estudiantes del Tec de Monterrey, la desaparición forzada en Iguala y otros momentos que proporcionan un sentido histórico a la nueva realidad de México, más allá de si se puedan o no hacer ejercicios de comparación entre ellos. No obstante, al estar presentes elementos nuevos en la actual relación gobierno-ejército, se observa, igualmente, con temor el proceso como algo sin precedentes.

Por último, hay otra manifestación del pasado, de su presencia en la vida y el debate público. Es el tema de la conquista de México y el drama diplomático derivado de ella. La decisión del gobierno entrante de Claudia Sheinbaum de no invitar al rey Felipe VI de España a la toma de posesión generó reacciones tanto a favor como en contra. Este tipo de acciones despierta un breve interés por diferentes interpretaciones del pasado (historias). Para criticar, defender, argumentar o desmentir, la realidad es que aquel tiempo de hace más de 500 años siempre regresa.

La disciplina histórica lejos está de únicamente ocuparse de los pasados de sus poblaciones. Es una fuerza viva, crea discursos, genera debates e influye en percepciones. Así nos consume el pasado.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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