PORTAZO

El fracaso y la traición

Los compromisos adquiridos y los heredados no tienen fecha de caducidad. En lugar de resultados, en el caso de los 43 de Ayotzinapa, se han ofrecido pretextos

OPINIÓN

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Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La forma como este gobierno terminó, al menos a los ojos de los dolientes de Ayotzinapa, tiene dos estigmas. Usted escogerá el más adecuado: fracaso y traición.

Fracaso en cuanto al incumplimiento de los fines de la Comisión Para la Justicia y el Acceso a la Verdad en el múltiple crimen de Iguala, y traición —dicen algunos de los padres—por la rendición del gobierno al encubrir a los militares —según ellos— involucrados.

Al menos eso gritaban y pintaban anteayer quienes fueron recibidos por un gobierno de vocación monologante en el diálogo aparente, con barreras de concreto, vallas de metal y severidad en los ojos de granaderos y policías durante una larga, ondulante y abigarrada manifestación de duelo, rencor, estupor y quejumbre, todo condensado en dos palabras: fracaso e impotencia.

El fracaso es del gobierno. La impotencia es de ellos.

Aun cuando este resultado final por ahora era previsible, pues la ópera trágica continuará con la intención declarada de fabricar una verdad distinta a la ya conocida, lo insólito es la forma, un gobierno cuya estrategia evolucionó hasta lograr la más sutil forma de la anulación de un movimiento social: su asimilación, primero, y su abandono, después.

La sordera, la intransigencia.

Como les dijo el Presidente en su última carta a los padres:  no ha sido posible avanzar más. Y tras esa confesión, un interminable laberinto de justificaciones, verdades a medias, escapes por la tangente y una simple conclusión: esperen tiempos mejores.

“…deseo de todo corazón que lo logre la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, una mujer de principios, convicciones y partidaria de la justicia”.

Con este desvaído colofón —el 25 de septiembre— el Presidente canceló la cuestión. Los avances fueron escasos e inútiles.

La fuerza desplegada contra  la protesta, cuyo vigor llegó al extremo de tumbar una de las puertas del Palacio Nacional hace apenas siete meses, recordaba hace dos días algunos de los versos militantes de Efraín Huerta:

“Uno, dos, tres, innumerables asesinos decapitan el ángel de la dicha…”

El gobierno se termina en pocas horas.

Los compromisos adquiridos y los heredados no tienen fecha de caducidad. En lugar de resultados se han ofrecido pretextos tan torpes como estos de Alejandro Encinas, quien hizo fracasar la ya dicha comisión:

“…Enfrentamos las inercias y resistencias que prevalecen del viejo régimen, así como campañas de desinformación y descrédito de los defensores de la verdad histórica y de sicarios mediáticos (¿?) inscritos en nóminas gubernamentales (¿de ayer?), espionaje (¿de hoy?), acoso judicial por parte de las personas bajo proceso e incluso amenazas abiertas con las que pretenden llamar mentira a la verdad… (¿cuál verdad?).

Total, lo corrieron.

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

MAAZ