COLUMNA INVITADA

No depende de nosotros

Si en México algo nos queda claro a pocos días de que termine la administración, es que la política de seguridad fue el fracaso más grande de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador

OPINIÓN

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Laura Haro Ramírez / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Si en México algo nos queda claro a pocos días de que termine la administración, es que la política de seguridad fue el fracaso más grande de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Solamente el título del sexenio más violento de la historia ya nos da una idea de lo rotundo que fue el fiasco de quien dijo que iba a pacificar al país porque él no era corrupto.

Y es que la política de abrazos no balazos, desde aquella primera vez que se nombró, asombraba a propios y extraños, a conocedores y neófitos del tema, pues no se necesita demasiada inteligencia para saber que en medio de la crisis de violencia, una estrategia como aquella resultaría rebasada.

Hace días que tras la captura de Ismael El Mayo Zambada, en Culiacán estalló la guerra entre grupos delincuenciales, en esa misma ciudad donde años atrás la detención de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera ocasionó el llamado culiacanazo. Al momento de escribir esta columna se cumplen once días desde que comenzó el conflicto armado.

Lo cierto es que cuando se está en medio de las balas resulta imposible vivir, ¿cómo prepararse mentalmente para afrontar la jornada sabiendo que de camino a su trabajo, escuela o al supermercado podría quedar atrapado en el fuego cruzado? La simple idea de no volver a casa es perturbadora, pero más perturbante ha resultado el actuar de las autoridades que tienen la responsabilidad de mantener el orden.

El comandante de la tercera Región Militar, el general Jesús Leana Ojeda, aseguró que la seguridad en Sinaloa ya no depende de ellos, sino de que los grupos antagónicos dejen las confrontaciones entre ellos y permitan a la población vivir en paz. Al día siguiente el Presidente López Obrador no corrigió la plana del mando militar.

Si la posición de las autoridades se puede resumir en un “no depende de nosotros” entonces nuestra seguridad queda en manos de la delincuencia, significa un adiós al deber del Estado de hacerse cargo de las labores de seguridad. Sin embargo esta no es la primera vez que sucede algo como esto. Gobernadores de distintos estados han recurrido a la salida fácil “se matan entre ellos”.

Entre tanto, gran parte del territorio arde en llamas ante la desesperanza de millones de personas, la apatía de las autoridades y un país cada vez más bañado en sangre. Sin embargo viene un nuevo sexenio y el deseo de toda la nación es que a México le vaya bien; el primer paso para lograrlo: volver a fortalecer a las policías municipales y de proximidad.

POR LAURA HARO

MAAZ