SINESTESIA

Tim Burton: El monstruo más humano

Los personajes del cineasta norteamericano siempre son seres marginados por la sociedad que viven con miedos, deseos y sentimientos humanos

OPINIÓN

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Tomás Lujambio / Balones y pelotas / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Durante la inauguración de la estrella dedicada a Tim Burton en el paseo de la fama, la actriz Winona Ryder alabó al director norteamericano por “entender la angustia de las personas incomprendidas, extrañas e inusuales” que navegan por el mundo acostumbradas a la alienación.

La descripción, además de ser sensible y honesta, no podría ser más certera: durante su extensa carrera fílmica, Burton no sólo ha sido capaz de retratar con autenticidad la extrañeza del mundo, sino que ha encontrado una forma peculiar de celebrarla.

Su creatividad cinematográfica, que suele mezclar la intensidad del drama con la sutileza de la comedia, ha concedido a miles de cinéfilos la posibilidad de reivindicar sus anormalidades y abrazarlas sin los prejuicios que suelen vincularse a ellas por gente que busca instrumentalizarlas. 

Para muchos de sus fanáticos, las películas de Tim Burton han supuesto un lugar seguro desde el cual explorar temas oscuros, perturbadores e incluso estigmatizados desde la sana distancia que aporta la pantalla. A menudo, sus películas exploran temas complejos como la muerte, la identidad y la soledad de una manera que, a pesar de resultar incómoda para algunos espectadores, se distingue por ser sumamente compasiva.

Sus personajes, más que demostrar una resiliencia inquebrantable ante obstáculos complejos o una destreza física inigualable frente a ciertos enemigos, se reconocen como supuestos monstruos marginados por la sociedad que viven con miedos, deseos y sentimientos profundamente humanos. 

Hoy en día, a la luz del estreno de su más reciente película, Beetlejuice Beetlejuice, Tim Burton nos recuerda que incluso el monstruo más grotesco o el adolescente más inusual puede encontrar consuelo en su extrañeza. Sus películas, a menudo dirigidas a una audiencia más infantil, han jugado un rol vital en la madurez emocional de un sinfín de espectadores que no sólo se han visto reflejados en sus personajes, sino también refugiados por el mundo cinematográfico y onírico construido por Burton.

Al final, sus obras dejan ver que la extrañeza de unos cuantos solo es caracterizada como tal por aquellas personas que no son capaces de lidiar con las irregularidades del mundo y que acostumbran tachar de anormal aquello que no comprenden del todo.

POR TOMÁS LUJAMBIO

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