Hay que aceptar que algunas cosas han cambiado. Quien piense que todo sigue igual está perdido. Podemos decir que el lópezobradorato fue un tiempo en el que se fue asentando el perfil del morenismo en el ámbito público. La sola presencia del líder de ese movimiento dominaba todo el espacio disponible. Con la próxima salida, pero sobre todo, con el resultado de las elecciones, es claro que el espacio público será ocupado, nos guste o no, por los personajes de Morena.
Si alguien ha sabido tener en el pasado una bien ganada parcela del espacio público es el sujeto conocido simplemente como Noroña y que actualmente es presidente del Senado de la República. Noroña ha sido desde hace años un profesional de la provocación. Es, aparte de un buen polemista, alguien que gusta de su propio personaje: bravucón, pendenciero, defensor de causas populares. Ahora está en una verdadera posición de poder y hace las mismas cosas de antes, pero obtiene mayor satisfacción. Son las mieles del poder.
El escándalo en una sala de espera de American Express en el AICM, la semana pasada, nos ilustra claramente de qué se pueden tratar los años que vienen. En esa sala un ciudadano le reclama su actitud política al también conocido como “bellaco Noroña” (como le dijo Lilly Téllez que es la única que se apunta a debatir con ellos en su terreno). Noroña monta en cólera y exige que lo defienden hasta los de American Express y se lamenta públicamente de haber sido agredido por un “abogado corporativo”. A mí me parece muy bien que la gente le reclame a los legisladores el sentido de sus votos. Es algo básico de la rendición de cuentas que en este país no se hace con quienes están en el Legislativo. Considero que la Reforma Judicial recién aprobada por lo menos merece reclamos públicos a quienes votaron para aprobarla. Noroña no tiene de qué quejarse, por años él hizo lo mismo, ahora se invirtieron los papeles. Es el siguiente capítulo de la polarización que inició AMLO.
Son ciertas las afirmaciones que se hacen respecto a que la oposición está en la lona, extraviada y pasmada. Si logran hacer un buen desempeño en algo inmediatamente pasa otra cosa que la vuelve a mandar de regreso a la ignominia. Lo cierto es que la oposición debería ver el camino del reclamo abierto y mediático como una de sus opciones para regresar a la discusión con quienes ostentan el poder ahora. Es claro que en materia de votos en el Congreso no hay nada qué hacer. Queda entonces la parte del pronunciamiento puntual respecto a los temas, la diferenciación, pero eso, aunque se tenga que hacer no necesariamente genera impacto en el electorado.
La oposición, si quiere crecer deberá pasar por algún proceso de “noroñización”, de contar con elementos que tenga el arrojo de provocar al oficialismo, de buscar respuesta, ponerlo contra la pared en el ojo público.
POR JUAN IGNACIO ZAVALA
COLABORADOR
@JUANIZAVALA
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