Aunque las Naciones Unidas han recibido en los últimos años un aluvión de críticas por su incapacidad para resolver los problemas del mundo y reformarse, esta semana presenciamos nuevamente una gran afluencia de los máximos representantes de los 193 países miembros de esta organización, quienes participan en la Semana de Alto Nivel de la 79ª Sesión de la Asamblea General de la ONU (AGNU).
Frente a la inoperancia de la ONU, parece más que justificado preguntarse para qué unos 150 jefes de Estado y de gobierno, que ya confirmaron su asistencia, así como numerosos ministros de Exteriores, siguen yendo a Nueva York y ocupan su valioso tiempo en debates cuya trascendencia es cuestionable.
La respuesta es bastante simple y tiene que ver con lo que ocurre más allá de los aburridos monólogos pronunciados en el Debate General. Para la mayoría, hay al menos tres motivos para estar ahí.
Primero, se trata de destacar trayendo a la mesa los temas más relevantes para cada país. El lema de esta sesión es muy amplio: "No dejar a nadie atrás: actuar juntos para el avance de la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana para las generaciones presentes y futuras".
Sin embargo, serán las guerras en Gaza y Ucrania las que dominarán el debate, con la participación confirmada de personajes como el presidente de Ucrania, el primer ministro de Israel, el jefe de la Autoridad Palestina y el nuevo presidente de Irán. También escucharemos sobre las crisis en Sudán y Haití.
Segundo, quienes asisten a la AGNU se dedican al networking al margen del programa oficial. Es en los pasillos y salas de reuniones donde se cuece la política, se fortalecen alianzas, se marcan posiciones, se conversa con aliados y escépticos, se acerca a los desconocidos, o simplemente se abandona el recinto para hablar con empresas, think tanks y medios.
Entre 10 y 20 reuniones es la norma en la ONU, donde todos buscan aprovechar el tiempo para empujar sus temas. Será la primera vez que veremos en este foro al presidente de Argentina, Javier Milei, y al primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer.
Tercero, la visita a Nueva York, a pocos días de las elecciones en Estados Unidos, es una ventana de oportunidad para acercarse a los candidatos presidenciales, Kamala Harris y Donald Trump, y a sus equipos. Mientras que hay elementos que indican que el presidente Volodímir Zelenski se reunirá con ambos, varios líderes tendrán que contentarse solo con alguno de ellos, una práctica que no agrada a todos, dado que podría percibirse como injerencia en el proceso electoral estadounidense.
Es poco probable que las Naciones Unidas nos sorprendan este septiembre con decisiones relevantes. Más bien, estaremos observando propuestas que quizás se conviertan más adelante en el comienzo de algunos procesos de solución de conflictos. Lo que sí intentarán muchos participantes es utilizar la plataforma de la ONU para fortalecer sus posiciones frente a lo que traerán las elecciones en Estados Unidos.
POR BEATA WOJNA
PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES
TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@BEATAWOJNA
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