MIRANDO AL OTRO LADO

La manzana envenenada

AMLO le está dejando a la Presidenta entrante una manzana envenenada de gobierno. De hecho, es una manzana entreverada envenenada

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

AMLO le está dejando a la Presidenta entrante una manzana envenenada de gobierno. De hecho, es una manzana entreverada envenenada. La manzana consta de múltiples capas de crisis y de nudos de conflicto interrelacionados que enfrenta Sheinbaum desde el inicio de su gobierno.

Las crisis entreveradas refieren a la crisis de violencia y crimen organizado fuera de control que, a su vez, se multiplica por la crisis creada por el desmembramiento del Poder Judicial, lo cual le resta capacidad al Estado mexicano para enfrentar eficazmente a los cárteles, aunado a la virtual inexistencia de una Fiscalía General de la República.

Esas crisis se entremezclan con la confrontación abierta por AMLO con el gobierno de los Estados Unidos al acusarlo de ser el responsable de la crisis de la violencia y el narcotráfico en el país. La “pausa” con Estados Unidos se profundiza por las acusaciones que agravan la situación económica general del país: fuga de capitales, oscilaciones preocupantes del tipo de cambio, retiro de inversiones del capital extranjero, ralentización económica acelerada, menor recaudación fiscal, amenazas sobre la calificación-país y compromisos de programas sociales crecientes que presionan fuertemente al gasto público.

Lo que debió haber sido una transición tersa y sin sobresaltos se ha convertido en un enjambre de conflictos interrelacionados que no dejan de crecer en número y agresividad.

Hoy se habla de tensiones dentro del partido oficial ante la aprobación acelerada de medidas legislativas que probablemente van a representar, para el gobierno entrante, fuertes dolores de cabeza y continuados conflictos sociales. Existen, en ese partido, serias dudas acerca de la conveniencia, para el gobierno entrante, de haberle ofrecido un “regalo” a AMLO con la aprobación de sus propuestas legislativas.

La más reciente propuesta de AMLO, que permite al personal del Centro Nacional de Investigaciones estar armados, presagia el regreso a la época de la policía política de la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Era un cuerpo que operaba para controlar a disidentes, reprimir los movimientos sociales, torturar a quienes se levantaban en contra del régimen y con licencia para matar. La medida que propone AMLO es congruente con su visión militarista y violatoria de los derechos humanos para la futura gobernanza de México.

Pero su visión militarista no es contra la delincuencia organizada o el narcotráfico. No. Su visión es contra los disidentes políticos al régimen morenista que está en vías de instaurarse en el país. La idea de AMLO es que el gobierno requiere, prioritariamente, de instrumentos represivos para frenar y diezmar a la oposición política. No le importa que los criminales anden sueltos. En su mente y opinión, los verdaderos criminales son los que discrepan con él y su forma de ejercer el poder. Por eso quiere armar a los agentes del CNI.

De hecho, su conducta, su forma de abordar la supuesta “entrega” del mando presidencial y su lenguaje corporal reflejan, en conjunto, que no está contemplando una entrega real del poder. Está pensando en un evento formal e institucional de entrega de la estafeta presidencial, pero donde él seguirá dirigiendo, como el Big Brother de Orwell, las grandes decisiones y destinos de la nación.

Y obviamente compartirá el poder con la Presidenta, a través de su hijo incrustado en la dirección del partido oficial. Ese hijo será el que compartirá la toma de decisiones presidenciales con Sheinbaum hasta el 2030, cuando aspire a convertirse en el nuevo Presidente de México. Y, al mismo tiempo, vigilarán que la Presidenta no sólo no se desvíe de la ruta trazada por ellos, sino que también resista las presiones para investigar a AMLO, a sus hijos y otros familiares o amigos que anduvieron en malos pasos.

Sheinbaum ha mostrado ser colaboradora en la tarea encubridora. Desaparecerá SEGALMEX, sin duda el caso más conocido públicamente de corrupción. Al decretar la desaparición de esa empresa, y creando otra en su lugar con las mismas funciones, busca despistar cualquier eventual investigación sobre la corrupción. Otra institución en una situación parecida, el INSABI, que al fracasar en su encomienda de aportar atención médica de calidad a todos los mexicanos después de gastar opacamente miles de millones de pesos, también “desapareció” para evitar investigaciones relacionadas con la gran corrupción que fue el sello de esa aventura fallida.

Probablemente el caso más revelador de la complicidad encubridora entre el gobierno saliente y el entrante es el tema de la seguridad pública, y especialmente el manejo desaseado y resbaloso de la violencia en Sinaloa. Ahí el gobierno federal, AMLO, las Fuerzas Armadas, el gobernador y la futura Presidenta han enfrentado una decisión clave. Han decidido compartir la responsabilidad de haber aceptado una alianza de facto con el Cártel del Pacífico (o Sinaloa, si se prefiere) para financiar campañas, compartir candidaturas y, en esencia, gobernar juntos.

Pero han dado un paso más, en la actual coyuntura. Le han dado la razón al Mayo Zambada en su confrontación con los Chapitos, lo cual favorece a una parte en la disputa por el control territorial del narcotráfico, de Sinaloa y hasta la frontera norte.

Seguramente parte de ese apoyo se finca en la esperanza de que el Mayo no delate a AMLO y los suyos en la relación que han mantenido con el narco. Pero la suya es una causa perdida.

Porque la delación sobre la relación de AMLO con el narco está hecha y ahora está en manos de Biden decidir cuándo y cómo se revela. Aquí los tiempos políticos cuentan. ¿Qué le sirve más a Kamala, en su lucha contra Trump? Kamala ya habló en un discurso de campaña cómo combatió al Cártel de Sinaloa (así, lo dijo por su nombre) cuando fue Procuradora del estado de California. “Sinaloa” está en la mira, y AMLO también.

El Presidente López Obrador acusa al gobierno de Estados Unidos de haber realizado el operativo de secuestro del Mayo Zambada sin informar a las autoridades mexicanas del hecho, ni antes ni después. De hecho, AMLO aún no sabe a ciencia cierta cómo ocurrieron las cosas. Trata de sumar pedazos de información, pero obviamente no tiene mucha claridad.

Supone que fue Estados Unidos, y acorde con su idea, acusa a ese país de la responsabilidad de la violencia en el estado. Lo que no se informa es algo sobre la colaboración de algunas armas de México con Estados Unidos en la acción. ¿Tendrá eso algo que ver con el hecho de que Morena, en la Cámara de Diputados, dejó en claro que la Guardia Nacional excluye expresamente a miembros de la Marina de sus filas?

AMLO agrede a Estados Unidos empleando su método tradicional de operación: eleva la apuesta siempre y el ataque es la mejor defensa. Pero, ¿defensa de quién o de qué? No es lo mismo una defensa política donde se controla el terreno de debate, los medios y la capacidad de intimidar. ¿Pero y si las acusaciones son legales con pruebas fehacientes, a través de instrumentos jurisdiccionales internacionales y si ya no se es más que un ciudadano más, legalmente hablando? En ese caso, el arrebato y la amenaza no sirven en absoluto.

Todo este escenario involucra a la Presidenta. Ella se ha mostrado complaciente con AMLO, incluso razonando, con un fuerte cantinfleo, que las Fuerzas Armadas no deben actuar en Sinaloa contra el crimen organizado, como el mejor método para “defender al pueblo”.

Finalmente la conclusión es inevitable. Sí, AMLO le está dejando una manzana envenenada a la Presidenta Sheinbaum y parece que ella la va a tener que deglutir toda, obedientemente.

Parece.

POR RICARDO PASCOE PIERCE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep

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