La violencia en Sinaloa, la detención de Ismael “El Mayo” Zambada, la cifra récord de homicidios dolosos en el país, y la falta de respuesta del gobierno mexicano, tienen una profunda raíz: el enfoque en materia de seguridad del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
La frase “abrazos, no balazos” como forma de atender a la violencia derivada del narcotráfico, tiene como resultado que, al mes de agosto de 2024, se nos entregué un país con 196 mil 505 víctimas de homicidio doloso.
La forma “humanista” y “pacífica” de solucionar el complejo tema del crimen organizado, nos ha llevado a la durísima realidad que enfrentamos el día de hoy: ninguna corporación policiaca o militar ha sido capaz de detener la inercia de sangre en el territorio.
El presidente afirmó que Estados Unidos es corresponsable de la violencia que se vive en el país. Las acusaciones van en doble sentido, mientras Washington afirma que México no hace lo suficiente para combatir a los cárteles, México señala que el consumo, los acuerdos judiciales y las detenciones sin cooperación, son las culpables del desastre.
En las últimas décadas y desde que inició la guerra contra el narcotráfico, quien ha puesto los muertos ha sido México. La razón de que la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina hayan sido instruidos para repeler y no atacar, responde a la lógica “no patear el avispero”, algo que desde el punto de vista de la 4T, Estados Unidos no entiende.
Sobre decir que la fractura en la relación en materia de seguridad, radica en la cooperación. El punto de inflexión para el gobierno norteamericano se dio cuando el presidente tomó la decisión de disolver la unidad antidrogas que operaba en México con la colaboración de la DEA, su agencia de antinarcóticos.
La disolución se tomó después de que Iván Reyes Arzate, exjefe de la Policía Federal que era el enlace de la DEA, fuera condenado en 2022 por delitos para distribuir cocaína en Estados Unidos; Reyes Arzate era cercanísimo a Genaro García Luna, ex secretario de seguridad, al que se le pide cadena perpetua por aceptar sobornos del Cártel de Sinaloa
Respecto a la violencia en Sinaloa, la presidenta electa ha dicho que entrar con poder de fuego a apaciguar a los delincuentes que se disputan el territorio generaría una guerra al estilo Calderón. Si los abrazos no funcionaron y no le quieren entra a los balazos ¿cómo piensan bajar la violencia?
POR CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ
COLABORADOR
@CARLOSZUP
MAAZ